Por Natalia Rengifo y Valentina Núñez*, Especial para Hora en Punto
El ring estaba listo. El lateral derecho estaba a la espera de la llegada del más grande del boxeo. La tensión se sentía en el aire. Giros sutiles de izquierda a derecha eran acompañados de unos ojos de águila para identificar a todo el que se acercara al cuadrilátero. Los minutos estaban contados, hicieron el primer aviso de la aproximación del campeón a solo unos 10 minutos de lugar, así que todos se posicionan y se escuchan murmullos; falta poco, solo milisegundos, el reloj hace ‘tic tac’ ‘tic tac’. De repente sonó la campanilla – ¿Están adentro o afuera? –Estamos afuera. Con este último aviso, se da inicio al encuentro más importante del año ¡Ha llegado la hora! Estewil Quesada es anunciado, baja del auto con la imponencia que su altura le atribuye, vestido con una camisa roja clara que contrasta con su blanca cabellera.
Una vez abajo, cabecea en ambas direcciones de la calle, mueve la cintura de un lado a otro con los dos puños ocupados por sus guantes de protección, el alcohol etílico y una botella de agua, y a grandes zancadas se acerca al ring y saluda con un derechazo.
Ya no hay vuelta atrás: esto ha iniciado, no se puede bajar la guardia, pero sí los nervios, porque a punta de buen ánimo, Estewil hizo que nos quitáramos los guantes, creando un ambiente jocoso. Es un conversador nato, tanto así que podemos decir que es periodista por profesión y hablador por hobby. De cualquier palabra que se le mencione puede durar horas hablando, porque sin duda alguna, con tantas experiencias y memorias, lo que hay es tela para cortar, pero esta vez lo primero que mencionó no fue una de sus tantas anécdotas, sino que no pudo cortarse el cabello ¡Un nocaut completo! El tiempo le ganó la batalla al puntual Estewil y no pudo cumplir su cita con el peluquero, pero fue un rompe hielo perfecto para conocer el mundo de este hombre más allá del periodismo y el boxeo.
Barranquillero hasta los huesos, criado en el barrio San Felipe en el sur de la ciudad desde aquel 26 de julio de 1960, día de su nacimiento. Desde ese momento, su futuro estaba sellado: él siempre estuvo destinado al deporte, por lo que que todos sabían a qué se iba a dedicar, menos él. Sea como periodista o como jugador de futbol profesional, pero su camino estaba escrito porque el deporte corre por sus venas. Es una pasión heredada por su padre Carlos Quesada, un hombre que iba hasta el aeropuerto a ver a los jugadores de futbol que llegaban y, para rematar esa afición al deporte, Estewil cuenta que su padre le otorgó su nombre por el entonces jefe de las Juventudes Deportivas de Ecopetrol, a quien le decían ‘El Gringo Estewil’. No saben si ese era el apellido o el nombre, pero lo que si estaba claro es que ese sería el nombre de su hijo.
Desde pequeño demostró que el deporte era lo suyo. Practicó el fútbol, atletismo, ciclismo, beisbol y como dice él ¡Todos los juegos callejeros habidos y por haber! Era uno de esos pelaitos que corrían de arriba hacia abajo con las pilas recargadas, curioso e inteligente, tanto así, que a los cinco años ya cargaba con su radio para estar al tanto de los sucesos del mundo deportivo
Quizá ese interés que despertó desde pequeño por el deporte potenció el talento innato y lo hizo tan ágil que podía crear un crucigrama deportivo en sexto grado de bachillerato en tan solo cinco minutos, y aunque el boxeo no se acercaba a sus juegos, fue el ganador de sus amores.
Aparte de tener el don de la cháchara, porque habla hasta por los codos, tiene el don de la parla, como decimos coloquialmente en la costa, y no solo esto ¡Sino que lo dice con seguridad! Desde su juventud fue así. Recuerda que en 1980 tuvo el valor de acercarse a El Heraldo para presentar un crucigrama deportivo y allí se encontró con Juan Gossain quien al recibirle el trabajo le dijo: “Tienes que saber mucho de deporte para hacer esto” y Quesada en el ‘todo o nada’ de la juventud, respondió: “Yo sé más deporte que Fabio Poveda”
¡Caramba! Cuanto coraje y valentía para decir eso. Muchos dirían que fue un atrevimiento, pero realmente esto fue determinación, porque sabemos que la vida da vueltas increíbles, así que mientras un día le decía a Poveda “Si tú me preguntas de boxeo y yo a ti, te gano”, al otro era el colega número uno y hasta hacían viajes periodísticos juntos.
Pausa en el primer asalto. ¡Al ring ha llegado una chicharronada! Y traída directamente ni más ni menos que por el mismo gerente del lugar, acompañada de yuquita y suero costeño, pero, para decepción de muchos, a Quesada no le gusta el suero: eso fue un izquierdazo no esperado. Y mientras atacábamos a los chicharrones, por la acera camina un hombre que grita “Estewil ¡El del boxeo!” Nada más gratificante que ser reconocido por tu labor, y la de este periodista, es impecable. Toda una vida entregada al boxeo, una elección inteligente porque cuando escogió este camino, no solo tuvo en cuenta su pasión, sino que había una necesidad para llenar en esta área. Muy pocos periodistas se dedicaban a cubrir boxeo, y este hombre no hay oportunidad que desaproveche.
Una de las cosas que más resalta de Quezada es su memoria de elefante ¡Parece que tuviera una computadora en lugar de un cerebro! Recuerda todo con lujos de detalles y como si fuera poco, con fechas exactas. De forma jocosa tratamos de probar su memoria y le preguntamos: “¿Recuerda qué almorzó antes de ayer?
-Claaaaro. Pescado, que por si no sabían, es una de las comidas que más me gusta- respondió sonriente.
Su buena memoria es célebre. Por eso, dos amigos muy cercanos coincidieron en que es increíble cómo puede recordar cada suceso “Él tiene una memoria de elefante, es asombroso como se acuerda de las más mínimas cosas con fechas exactas, por ejemplo, cuando ganó Pambelé el título mundial, dónde, a qué hora o cuantos rounds peleó. Él es una máquina de memoria, tiene todo almacenado y nada se le escapa. Pocas memorias tan grandes he conocido como las de Estewil. Lo que más deslumbra de él es eso, se acuerda detalladamente de cosas que uno no. Es una memoria elefantiásica”, ,afirmó Jaime de La Hoz, un gran amigo de este personaje con quien ha compartido grandes a anécdotas.
“Estewil es un mamador de gallo, buena gente, más chévere y tremendo conversador, eso sí, recto y con mucha seriedad, con una memoria que no se le olvida nada y, además, puntual”, nos cuenta Fausto Pérez, periodista que junto a Estewil, ganaron el premio Mario Ceballos Araujo edición 2021. Él siempre tiene algo por decir, y lo acompaña con una inmensa sonrisa en la cara. “Estewil y yo éramos competencia porque los dos cubríamos boxeo para periódicos diferentes y aun así, yo lo llamaba a pedir ayuda y fuentes, y él no las negaba”, nos comenta Fausto, añadiendo que “Tiene gestión y es de mucha credibilidad. Es muy querido y respetado” Es una persona leal, se gana el cariño de todos, reflejándose en que en la historia de la ACORD, es el presidente que ha sido reelegido de manera unánime durante muchos años.
Estewil ha dedicado toda su vida a lo laboral, quizá más de lo normal. Su vida personal se mezcló con la profesional y sacrificó muchas cosas importantes, desde fechas especiales hasta encuentros amenos con amigos, de hecho, en una entrevista que dio en el portal web ‘El Punto’, comentó que “la dedicación y el sacrificio desde muy joven son los obstáculos más grandes. Había fiestas y yo prefería estar leyendo. Tenía más de 20 años sin descansar un domingo porque era el día en el que había más deporte. Nunca falté a ningún campeonato.” Sin embargo, firmemente se mantiene en su postura de que “Cuando haces lo que te gusta, no sientes que estás trabajando”. Su carrera le exige alejarse de sus amores para cumplir con sus deberes, algo doloroso pero necesario para su profesión.
Aunque en el siglo XXI contamos con la tecnología para sentirnos más cercanos, no es suficiente para él, así que cualquier espacio libre lo aprovecha al máximo para estar al lado de sus hijos, quienes disfrutaban acompañar a su padre en su trabajo, en especial su hijo Estewil, quien ha tenido la oportunidad de ejercer la profesión de su padre en 2010 para los juegos Sudamericanos en Medellín “Mi padrino Mike Fajardo iba a comentar las peleas por radio, pero se había enfermado, y Alberto Mercado le pidió ayuda a mi papá para cubrir, pero él tenía que narrar otro torneo. Así que de la nada, Alberto me anuncia con una entrada como su comentador, aprovechando que tengo el mismo nombre de mi papá. Yo no estudiaba periodismo ni era experto en el tema, así que me tocó improvisar, tratando de analizar parecido a mi papá. Ahí estábamos, papá e hijo cubriendo unos juegos internacionales en simultáneo, tanto para tv como para radio.”
Todos tenemos dos pasiones en la vida, o al menos eso dicen, así que aparte del boxeo y la entrega a la lectura, Estewil debe tener otra por ahí, y a que no adivinan cuál ¡El dominó! Un contrincante temible que actúa bajo perfil, porque entre menos se sepa que es bueno con este deporte, más posibilidades tiene de atacar sin que sus oponentes lo descubran.
Un juego de estrategias que en manos de un jugador inteligente, asegura la victoria “Yo digo que soy malo en el dominó para que la gente se confíe y tomar ventaja. Creo que me va mejor en el dominó que en el boxeo.” Pero para Estewil ya no será lo mismo cada vez que toque una ficha, porque su compañero de juego, su mejor amigo desde los cinco años Claudio Meléndez, falleció el cuatro de abril del 2021 por el COVID. Claudio era su compañero fiel de juego, se conocían cada movimiento sin necesidad de una mirada o seña “Se fue mi mejor amigo de vida, mi compadre Claudio Meléndez, cómplice desde travesuras infantiles. Estuvo a mi lado cuando llené mi primera cartilla de ‘carmelos’ y con él, como en el Romelio de joven, compartí últimamente mis idas al Metro. Próxima partida de dominó, en el cielo”, expresó Quesada vía Twitter.
Trojero y salsero –pero no bailador– prefiere quedarse sentado escuchando la música, pues dice que así la disfruta más. Quizá esto se deba a su timidez, porque cara de mal bailador no tiene. De hecho, la timidez –aunque no lo parezca– ha sido uno de los grandes retos para Estewil, porque, aunque se vea conversador y con una sonrisa dibujando su rostro, la verdad es que es modesto y tímido por ocasiones, algo que ha logrado vencer gracias al periodismo.
Si bien sabemos, en este medio la timidez no es una opción porque es una jungla en dónde debemos estar dispuestos a atacar en cualquier momento, pero, aunque ha superado este obstáculo, hasta el momento aun siente timidez en diferentes contextos, situación que en un pasado le hizo pasar ratos amargos
– El 18 de agosto de 1995, yo presenté dos peleas en el campeonato mundial por Telecaribe de 3 a 5 de la tarde. Cra 52 entre 72 y 74 – Continúa recordando horas y fechas exactas de su anécdota – A las 9 presenté una pelea de Mike Tyson por canal nacional. Estaba con Edgar Perea y había más de 200 personas viendo en vivo en teatro y eso me ponía nervioso. Cuando Perea me da el cambio a mí se me olvidó todo lo que tenía que decir y aparte sentí un fuego en el estómago, no me salían palabras. Perea se dio cuenta, así que siguió hablando y en ese minuto de más me relajé y en veinte segundos estaba yo como si nada.
Estewil tiene un camino lleno de experiencias, hasta llegar a ser reconocido como el mejor periodista de boxeo. Ha estado en el cubrimiento de unas 250 peleas de campeonatos mundiales, recorrido el mundo por su profesión, visitando América, 4 países de Asia y viajado más de 48 veces a Estados Unidos. Ha sido enviado a cubrir grandes eventos como el Mundial de Futbol, en Brasil en el año 2014; ganador de premios como el Simón Bolívar y Mario Ceballos Araujo recientemente, ha sido testigo de grandes sucesos en el mundo deportivo, y así hay más anécdotas por contar, pero surge la pregunta ¿Siente que ya cumplió todas sus metas o aún quedan algunas por lograr? A lo que responde que le faltan muchas por cumplir, pero se le escapa un secreto de estado que muy pocos conocen ¡Está cerca de su jubilación! Después de tantos años dedicados a uno de sus mayores amores, el deporte, Estewil toma la decisión de jubilarse para dedicarse a sus retos personales “Yo me jubilo el otro año, cumpliría 61, pero solo del periódico. Pienso seguir escribiendo independiente”
Sin duda alguna, la vida es un ring de boxeo y Estewil la ha peleado muy bien con movimientos estratégicos, uno que otro Jab seguido de golpes directos, uppers y todos aquellos que le aseguren la victoria, sin embargo, se ha enfrentado a una que otra derrota, pero ganando la mayoría de las batallas que se encuentra en el camino. Sus guantes de boxeo son los más poderosos, la lealtad, la integridad, serenidad, paciencia y amistad, y evita los golpes bajos estando atento a cualquier movimiento de hipocresía que se le acerque, no permite que la deslealtad haga parte de su vida, ni dada ni recibida, pues es un golpe bajo que casa un nocaut completo y una salida inmediata del oponente de su cuadrilátero.
Tiene como frase referente “Si quieres hacer algo, debes ser el mejor”, y sin duda alguna hace alusión a esto. Este personaje ha alcanzado grandes cosas en su vida gracias a su disciplina, pasión, lealtad y entrega. En este ring, peleó limpiamente y empleando los mejores movimientos para lograr el éxito, pero el encuentro ha culminado y después de una sumatoria de puntos, Estewil Quesada ha demostrado porqué es el mejor. Esto es de admirar, señores, Quesada ha cumplido con otro victorioso encuentro que le ofrece la vida y después de varios asaltos se le proclama con éxito, así que parte a otro destino en busca de más aventuras por lograr. Esto ha acabado.
* Natalia Rengifo y Valentina Núñez son estudiantes de la asignatura de Crónica del Programa de Comunicación Social – Periodismo de la Universidad Autónoma del Caribe.
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