18 de marzo de 2024

Perfil/ Fausto Pérez Villarreal: entre el periodismo y la literatura

Por Adriana Otero y Carolina Serrano *

Al norte de Soledad, entre los callejones del barrio Salamanca, en una casa de rejas blancas donde se encuentra una bicicleta y dos grandes mecedoras, me recibieron aquel sábado 11 de septiembre a las 10 de la mañana, con una gran sonrisa en el rostro. Era Fausto Pérez Villareal, un hombre que aparenta unos 45 años, pero que en realidad ya paso por ahí hace rato. Él es de estatura media, usa       Jeans, y sus camisas son con cuello en V y mangas largas, que resalta su gusto formal por la moda.

“Faustico”, como lo llamaban en su casa, vivió en el barrio Las Nieves hasta los 7 años. Ahí fue donde  nació su amor por el periodismo porque cuando vio jugar a Pelé, en el mundial del año 1970, tenía solo 5 años y quedó cautivado por la magia del que sería el rey del fútbol. Años después, se empezó a ver en las salas de redacción del diario El Heraldo o en una emisora, contando las historias sobre el Futbol.

Pero quien diría que ese niño con tanto interés en el futbol, con el tiempo se convertiría en un escritor de la cultura colombiana. En cuarto de bachillerato, el Maestro Chelo de Castro lo lleva a la sala de redacción de El Heraldo y allí lo recibió Estewil Quesada, quien lo presenta con Fabio Poveda Márquez y comienza su    historia como periodista en el año 1982, con tan solo 17 años.

SUS MOTIVACIONES LO LLEVARON LEJOS

A sus 28 años escribió su primer libro y así comenzó a trasmitir ese mensaje a los jóvenes que hoy en día desconocen el pasado del Caribe Colombiano.

Fausto es un hombre pequeño, con una vocación para la escritura y el periodismo, gigante. Hombre de gran potencial, es docente, escritor y periodista al mismo tiempo. Los que no lo conocen, se preguntan cómo hace para dividir su tiempo en tantas actividades, “Yo le robo tiempo al tiempo”, responde Fausto.

Entre sus recuerdos aún está la imagen de ese niño que se sentaba a narrar los partidos de bola de trapo que jugaban en la cuadra los mayores, en ese mismo barrio donde pasó parte de su infancia. Desde entonces, sus padres ya veían en él a un futuro periodista deportivo, que en un abrir y cerrar de ojos se convirtió escritor de crónicas y reportajes de tema cultural.

La influencia hacia lo cultural fue cultivada por su padre, quien en las mañanas encendía la radio para escuchar música con sus hijos, “Mi papá nos hacia un  análisis, sobre las canciones que sonaban Por ejemplo,  nos decía: ese que canta ahí por es Alfredo Gutiérrez, esa hermosa canción que está sonando se llama La Paloma Guarumera, y entonces nos hacia una especie de pedagogía, y no solo de  Alfredo Gutiérrez, si no toda clase de música popular de Colombia”, dice Fausto.

Fausto Pérez Villarreal es una persona competitiva. Estudió en el Colegio José Eusebio Caro, y le dolió el hecho de no poder graduarse con sus compañeros y amigos de curso porque por la indisciplina en la escuela, se había quedado repitiendo el tercer año. En ese momento se dio cuenta que estaba tomando un mal camino y se comenzó a esforzar para poder salir rápido del colegio e ir a la par de sus amigos.

SUS INICIO COMO ESCRITOR

Cada 31 de diciembre suele reunirse con familiares y amigos en una casa para pasar un rato, y recordar aquellos viejos tiempos, como cuando se sentaban en la esquina de la casa de la hermana de Rubén Miranda en el barrio hipódromo, a echar cuentos y chistes.

Fausto carga un entusiasmo tremendo a la hora de conversar. Se muestra como una persona valiente, pero en el fondo le tiene miedo a todo: le tiene miedo a la oscuridad, a conducir un vehículo, a las arañas, pero aun así,  intenta no demostrarlo hacia el mundo, ya que solo sus más íntimos conocen sus temores.

“Fausto en sus inicios no era tan buen escritor. Su primer libro titulado El inquieto del boxeo, lo recibí  la vez que Chelo de Castro lo llevó a El Heraldo. Lo leí y quedé sorprendido al ver que, aunque tenía buena escritura, el texto tenía muy mala ortografía, aunque hay que decirlo, Fausto apenas estaba cursando el bachillerato. Y fíjense que hoy en día, ese mismo niño, es profesor de  crónica  y opinión y de entrevista y reportaje, en la universidad Sergio Arboleda, además de periodista y escritor” dice Estewil Quesada.

Fausto, con las autoras de este perfil.

AMPLIO RECORRIDO

Trabajos como El paseo de la muerte, una crónica roja escrita por él y ganadora del premio nacional de periodismo en cultura, es recordada por él con orgullo. También ha ganado premios por su escritura en deportes, tiene libros publicados por la universidad Sergio Arboleda y una serie de obras sobre exponentes reconocidos de nuestro folclor.

Faustico ha sido un ejemplo para seguir para su familia. Tiene tres hijos, aunque 2 de ellos no se han inclinado tanto al quehacer periodístico. El hijo de la mitad, también llamado Fausto, ha seguido los pasos de su padre. “Mi padre es una persona trabajadora, que le gusta lo que hace, y que le gusta trabajar y al mismo tiempo lo disfruta y eso es chévere, es inspirador, un papá que me apoya en mis futuros proyectos” dice Fausto Pérez (hijo). Los domingos son sagrados para Fausto, ya que es el día donde comparte con su familia, sale, se divierte y demuestra su rol como padre, dejando lo profesional a un lado.

Y Fausto sigue fiel a lo que más le gusta. Permanece en actividad constante escribiendo; enseñando y, por supuesto, haciendo periodismo. Es un pequeño gigante para el que ningún reto le ha quedado pequeño.

Hoy, tanto sus padres como su familia, se sienten orgullos de él porque ha logrado cumplir sus sueños y metas propuestas desde el ya lejano día en que tuvo esa inspiración viendo aquel partido de futbol del mundial de 1970.

*Adriana Otero y Carolina Serrano son estudiantes de la asignatura de Crónica del programa de Comunicación Social -Periodismo de la Uniautónoma del Caribe.

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