20 de septiembre de 2024

Barranquilla: dos décadas construyendo realidades

Por Anuar Saad

Es imposible negar lo que es evidente y el progreso de Barranquilla en las últimas dos décadas, es algo que, hasta el más incrédulo, tiene que aceptar como una realidad irreversible.

La capital del Atlántico le apostó a construir realidades. Le apostó a superar sus graves problemáticas y a fe que lo ha venido logrando. Barranquilla es una prueba fehaciente de que sí se vale soñar cuando hay claridad sobre lo que se debe ejecutar para cambiar positivamente el rumbo en una ciudad que, veinte años atrás, tenía severas carencias en educación, salud, infraestructura, recreación y deporte, espacios de disfrute, reivindicación del río Magdalena y atención a la problemática de los arroyos, el centro y el mercado.

Una ciudad que hoy es cosmopolita, emprendedora y dueña de hitos importantes que la ponen no solo en la mira del país, sino del mundo.

El exitoso proceso de cambio en Barranquilla se debe en gran parte a que sus iniciativas no se quedaron solo en letra muerta: la ciudad muestra un cambio evidente, palpable con hechos que están ahí, a la vista de todos. A pesar de que tiene tareas pendientes por mejorar, Barranquilla es hoy una urbe–a pesar de los pesimistas eternos y de sus detractores de oficio– que se ha convertido en un ejemplo a seguir. Uno, que desvirtúa lo imposible y que reafirma que con continuidad, trabajo, visión futurista, sacrificio y sensibilidad social, sí se puede transformar una ciudad caótica, rezagada y con innumerables falencias, en una capital cosmopolita, atractiva y pujante que le sonríe al desarrollo.
la pavimentación total de barrios donde hasta hace poco era imposible transportarse; los indicadores cada vez más satisfactorios en la calidad de la educación pública y el impulso al bilingüismo; el liderazgo en manejo de la pandemia y en vacunación; la recuperación del centro histórico y los proyectos que apuntan a bajar la alta tasa de informalidad; el mobiliario urbano que se destaca en plazas y parques hoy adecuados para el disfrute en familia, el liderazgo en el uso de energía limpia, el monumental esfuerzo por transformar a la urbe en una «biodiversidad» con la recuperación de Mallorquín, el trabajo de reconstrucción de las principales plazas y callejones del centro histórico permiten seguir soñando en que cosas aún mejores están por llegar. Y tenemos derecho a seguir soñando.

Y lo que muchos han llamado el «milagro de Barranquilla» (que inició con la primera alcaldía de Alex Char, continuó con la hoy gobernadora Elsa Noguera, retomado de nuevo por Alejandro Char y hoy en manos de Jaime Pumarejo) ha elevado, sin duda, la calidad de vida de sus ciudadanos que, a pesar de ello, son conscientes que aún restan, cómo ya dijimos, tareas por hacer.

Y en esas tareas pendientes la inseguridad lleva la bandera. Esta problemática no da tregua y, por el contrario, se ha hecho más aguda y preocupante con el correr de los años. Le sigue el impacto de los altos costos del servicio de energía eléctrica que asfixia literalmente a ciudadanos de todos los estratos.

Así mismo, hay que hacer mucho más esfuerzo para apostarle a la cultura y las artes con iniciativas que ratifiquen que Barranquilla debe ser más que Carnaval.

En los pendientes se anota la no entrega a tiempo de obras importantes como la avenida circunvalar, tramos de la calle 30 y soluciones en barrios que siguen siendo víctimas de inundaciones y, por supuesto, seguir bajando el índice de informalidad laboral. Son todas tareas prioritarias que deben estar ya en la agenda del próximo alcalde que, según todas las encuestas, será nuevamente Alex Char que goza de una favorabilidad de casi el 70%.

Los barranquilleros ya aprendimos que sí se vale soñar. Y que mucho de eso que se creía «un sueño» puede llegar a ser realidad. Aunque –hay que advertirlo– analistas alertan por la situación financiera que atraviesa el Distrito y, además, de la poca o nula colaboración que cuenta (y seguramente seguirá así) por parte del Gobierno de Gustavo Petro.

Por los vientos políticos actuales se espera que el próximo alcalde tenga que navegar en un mar bravío. No es un camino fácil el que hay que recorrer para continuar con el empuje de la ciudad y darle solución a sus necesidades más urgentes. Pero Barranquilla no piensa bajar la guardia. Por el contrario, es muy consciente que entre mayores sean los retos, más satisfactorios tendrán que ser los logros. Esos mismos que esperamos los que hemos sido testigos de como evolucionó una ciudad.

Esta ciudad que pudo transformar sus sueños en realidad.

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