19 de abril de 2024

El periodismo también mutó con la pandemia

¿Cuál es la percepción sobre el estado del periodismo que se ejerce hoy y cómo el mismo se está desarrollando en medio de la pandemia?

Por ANUAR SAAD

El coronavirus lo cambió todo. Desde que la enfermedad alcanzó niveles de pandemia, el mundo parece haberse puesto boca arriba. Ya no podemos abrazarnos como antes. Los parques extrañan a los niños que correteaban alegres sobre su verde césped. Nuestras sonrisas están ahora ocultas tras una prenda que antes solo veíamos en los hospitales. Las fiestas y reuniones entre amigos, las salidas a comer a ese restaurante que tanto nos gusta, ir al cine, asistir al salón de clases o disfrutar de las emociones de un partido de fútbol – cosas que hacían parte de la rutina de todos- ahora son una añoranza.

Y en medio de esa ola imparable de cambios y comportamientos, de restricciones y miedos, de controles y desconfianza y de angustia y esperanza, el periodismo también cambió. Ese periodismo que para muchos ya venía arrastrando una intensa crisis que lo abocaba a un cambio; ese mismo que parecía estar anclado en medio del dilema de transformarse o desaparecer, ha tenido que reinventarse. Al igual que el coronavirus, debió mutar para poder seguir vigente. Validar códigos, herramientas y procedimientos, que antes eran impensables. El periodismo, por fin, ha tenido que entender que las formas han cambiado y que los públicos no son receptores que, como convidados de piedras, simplemente van a recibir la información. Hoy existe una nueva clase de audiencia. Más crítica, más informada, más exigente. Sin embargo, y a pesar del esfuerzo de periodistas y medios, la desinformación cabalga a ritmo acelerado.

La crisis sanitaria que atraviesa el mundo y que hasta hoy ha cobrado la vida de más de dos millones de personas y contagiado a más de cien millones globales, ha hecho que todos vuelvan la mirada sobre el periodismo y el papel que este debe desempeñar en una emergencia de estas magnitudes, complementando las expectativas con la pregunta de que si acaso es esta crisis, la oportunidad para que el periodismo, por fin, del vuelco que la sociedad reclama y que el oficio parece estar necesitando con urgencia.

“Desinfodemia”, la nueva enfermedad

La Unesco, en una nota temática que tituló “Periodismo, libertad de prensa y Covid 19”, deja ver su preocupación por que “…a medida que el nuevo coronavirus ha alcanzado a casi todos los países del planeta, una circulación masiva de información falsa se ha extendido tan rápido como el propio virus. Estas mentiras han ayudado a allanar el camino de la infección y han contribuido a sembrar el caos en las sociedades que están respondiendo a la pandemia”.

En ese mismo sentido, el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, advierte que uno de los mayores enemigos es el creciente aumento de la desinformación al que la OMS denomina como “desinfodemia”, una “segunda enfermedad” que acompaña a la pandemia del covid-19, y que hace referencia a la sobre abundancia de información, “algunas veces precisa, otras no, que dificulta que las personas encuentren fuentes fidedignas y orientación confiable cuando la necesitan”.

Esto se hace evidente cuando 19 millones de los casi 50 millones de tweets relacionados con el covid, y que son analizados por Blackbird.AI mediante inteligencia artificial (que representan un 38 % del total), fueron considerados como “información o contenido manipulado”.

Pero, ¿cuál es la percepción sobre el estado del periodismo que se ejerce hoy y cómo el mismo se está desarrollando en medio de la pandemia? ¿Cómo combatir las noticias falsas?

Sobre esto, el análisis de la ONU sobre el periodismo y la pandemia, deja tres conclusiones que arrojan diferentes estudios:

  • Sobre la base de un análisis de aprendizaje automático (machine learning) de 112 millones de posteos públicos realizados en 64 idiomas en distintas redes sociales, todos relacionados con la pandemia del COVID-19, los investigadores de la Fundación Bruno Kessler detectaron que un 40% de los mensajes provenían de fuentes poco fiables.
  •  Otro estudio, elaborado por la Fundación Observatorio de “Infodemia” COVID-19, que utilizó técnicas de aprendizaje automático, encontró que casi el 42 % de los más de 178 millones de tweets relacionados con el COVID-19 fueron producidos por bots. El 40% de ellos, además, fueron calificados como “no fiables”.
  • Aproximadamente un tercio de los usuarios de redes sociales han informado haber leído información falsa o engañosa sobre el coronavirus, señaló un estudio del Instituto Reuters realizado en seis países. El Centro Pew, por su parte, ha constatado que las personas que suelen utilizar las redes sociales para acceder a las noticias tienen mayores posibilidades de verse expuestas a contenido falso.

Regulación en redes

En el caso de la red social Twitter, hay políticas que restringen el contenido que va en contra de lo dicho por fuentes de información autorizadas de salud pública, como por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (OMS)

Adicional a esto, y para determinar si un trino debe ser eliminado o no, Twitter revisa varios factores. Primero, si lo expresado es un hecho y no una opinión. Segundo, que esta afirmación tenga la intención de influir en el comportamiento de los demás, por ejemplo, dando información sobre tratamientos o características del virus. Tercero, si las autoridades de salud pública han confirmado que las afirmaciones hechas por el tuit son falsas, y si no es así, pueden estar siendo compartidas de una manera que podría confundir o engañar a las personas. Y, por último, se revisa si la información compartida puede aumentar la probabilidad de exposición al virus o tener efectos adversos en el sistema de salud pública. 

Así, Twitter clasifica los tuits en tres categorías. Primero, afirmaciones engañosas, es decir aquellas confirmadas como falsas o engañosas. Segundo, declaraciones disputadas, en las que existe una discusión sobre si el contenido es veraz, exacto o creíble. Y tercero, las afirmaciones no verificadas, aquellas que no están confirmadas al momento en que el usuario lo comparte.

Cambios más allá de lo técnico

Por otra parte. La periodista Tatiana Tapia en la revista digital Cerosetenta, de la Universidad de Los Andes, advierte que los cambios en el periodismo durante la pandemia han ido mucho más allá de lo meramente técnico.

Dice en su artículo Un periodismo que muta hacia la pandemia que “…Es evidente que la gran mayoría de contenidos que hoy producen los medios de comunicación en el mundo tienen que ver con la pandemia. Eso ha provocado transformaciones en el tipo de periodismo que se está haciendo y que incluso han cambiado la línea editorial de algunos medios. Ese es el caso de Alerta Bogotá, un noticiero radial que lleva más de 20 años al aire y que se escucha sobre todo en sectores más populares de la ciudad.

“La crónica roja es por lo que siempre nos hemos destacado. En radio somos el noticiero líder de crónica roja. Eso lo hemos dejado de lado para darle la importancia a un tema que, increíblemente, nunca era nuestra prioridad: el tema de salud y de salud pública. Y ha habido otra transformación: nuestras labores de servicio social se han volcado totalmente a hacer pedagogía sobre las ayudas que el Gobierno está dando a los estratos populares, que son nuestros oyentes. Entonces nuestra labor se ha convertido en entrevistar a los funcionarios que explican cómo se entregarán esas ayudas, a quiénes, cuánto dinero, por qué canales. Todo eso se lo desmenuzamos a nuestros oyentes”, asegura Francisco Romero, también conocido como Pacho Alerta, director de Alerta Bogotá”

El artículo también recoge la visión de la reconocida periodista Yolanda Ruiz, de RCN, sobre este fenómeno. La periodista dice que  “la pandemia nos ha cambiado la dinámica de trabajo por una mucho más bidireccional con los oyentes. Nos hemos dado cuenta de que tenemos que acoplarnos a lo que los oyentes necesitan. Al comienzo por ejemplo creíamos que íbamos a necesitar muchos médicos dándonos apoyo, y los tenemos, pero fíjate que muchas preguntas tienen que ver con la parte económica. ¿Qué hago para tener un subsidio? ¿Qué hago con mi crédito? Tener esos espacios abiertos permitió que la gente nos hiciera una retroalimentación para entender qué necesitaban en este momento”.

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