
Hace trece años terminó la historia terrenal del Joe Arroyo. Pero a pesar de los años transcurridos sin su presencia, Colombia y, en especial Barranquilla, no olvidan jamás a este genio de la música, creador de un ritmo sin igual que bautizó como el “Joeson”.
Como un largo capítulo de telenovela, su vida estuvo marcada por las carencias, el esfuerzo, las alegrías y las tristeza que culminaron después de sufridos 29 días postrado en una cama de hospital, despojado de su alegría innata; impedido para desplegar esa misma alegría que contagió a millones de corazones en el mundo entero; sin que esa voz indescifrable, visceral y única que nos hacía olvidar las penas resonara más: el Joe, el gran Álvaro José Arroyo, partió para siempre. Sus restos, como habría sido su voluntad desde hace mucho tiempo, reposan aquí, en su tierra adoptiva, esa misma que lo hizo declarar en versos preñados de su genial “Joeson”, que… “¡en Barranquilla me quedo!”.
El mundo de la música, sus seguidores, sus amigos, sus familiares y todos sus compatriotas lloraron su partida y son, esos mismos, quienes hoy lo recuerdan como él hubiera querido: con alegría, al compás de sus mejores éxitos. El legado que dejó este multifacético artista será difícil de emular, porque sus composiciones, lo novedoso de su ritmo y su mítica personalidad, hacen que no pueda ser igualado por nadie más. Ganó 18 ‘Congos de Oro’ y 2 ‘Super Congos de Oro’. Y tal como lo dijera en su histórica entrevista a Mauricio Silva para la revista “Rolling Stone”… “Se necesitarán 300 años para que nazca otro Joe”.
Recuerdo hoy aquel nefasto 26 de julio. Su muerte produjo una mezcla de dolor con incredulidad porque al gran Joe lo habían dado por muerto por lo menos catorce veces. Pero dolorosamente, esta vez sí era cierto. En la oficina, en medio de una charla de trabajo, alguien se atrevió a gritar, justo a los 7:45 de la mañana la terrible sentencia: ¡Acaba de morir el Joe! Aunque las actividades siguieron su curso, todos teníamos cara de velorio.
Y es que el Joe no sólo fue padre de sus hijos, el compañero de su esposa, el hermano de sus hermanos…este cantante era parte de cada uno de nosotros porque sus canciones –en realidad himnos inmortales—nos acompañaron desde que por primera vez nos escapábamos a una fiestecita de viernes y nos enloquecíamos con “El Ausente”, uno de sus primeros y más legendarios éxitos.
Una vida de excesos
El Joe vivió como le dio la gana. Hizo de la noche su día, de allí “El centurión de la noche”. Fue cómplice inspirador en medio de bataholas de droga y alcohol en las que terminaba, increíblemente, componiendo piezas maestras que daban fe de su estado.
Pero sus excesos pasaron factura cobrándole el precio más caro: su propia vida. En los últimos diez años sus ingresos a clínicas fueron repetitivos y paulatinamente se le dejó de ver de manera activa en los escenarios. No caminaba bien; su aparato motriz fallaba; su presión arterial era cada vez más díscola y el azúcar y sus reincidencias en la droga y el alcohol, terminaron de cavar su anticipada sepultura.
El Joe vivió como le dio la gana. Hizo de la noche su día, de allí “El centurión de la noche”. Fue cómplice inspirador en medio de bataholas de droga y alcohol en las que terminaba, increíblemente, componiendo piezas maestras que daban fe de su estado, caso por ejemplo, de “El tumbatecho”. Le cantó al amor, a su música, a su tierra, al orgullo de su raza negra, rescató los orígenes de los ritmos cumbiamberos, mezcló la herencia africana como el chandé con la salsa, creando así un ritmo que se convirtió en receta perfecta para melómanos, productores, bailadores y amantes de la música en general.
Rebelión
Él solo, sin maquinarias multinacionales ni propagandísticas que elevan hoy la imagen de cualquier aparecido, se ganó a finales de la década de los noventa el honor de ser reconocido como uno de los 5 cantantes más importantes e influyentes del mundo; fue portada de la revista Rolling Stone; y reventó escenarios en Europa y América, poniendo a bailar, al ritmo de “Rebelión” con su explícita crítica a la Conquista, a los mismísimos reyes de España.
Luis Ojeda, quien fuera su representante durante 28 años, relató que en 1992, durante un festival de música en Sevilla, España, un personaje de la realeza de ese país le pidió al Joe que cantara La Rebelión. Joe no dudó en complacerlo. La cantó, pero la frase que reza “español con el alma negra” la cambió gentilmente por la de “español con el alma buena”. La respuesta del noble lo dejó mudo: “No, no, no, no, a mí me la cantas como es”, cuenta Ojeda.
“El Tumbatecho”
En 1976, Joe Arroyo sacaba al mercado el álbum ‘Echao pa’ lante’, donde estaba incluido el tema ‘Tumbatecho’, canción que compuso en una habitación arrendada en el Barrio Abajo de Barranquilla.
En la letra el Joe describe una “traba maluca” que sentía después de haberse dado cuenta en una fiesta, que le estaban siendo infiel. Acostado en la cama empezó a sentir “la maluquera” de todo lo que había consumido despechado por unos cachos después de una rumba y la relata así:
“Llegó a su casa derecho, de haber rumbeado con despecho, de hecho cayó al lecho mirando el techo, y siguió derecho…;..” Luego dice: “Mira no fumes de eso, mira que me tumba el techo, derecho, techo cae techo. Traigo una fuma y eso que no he tomado bien derecho, acelera, acelera ponle primera que voy derecho”.
Como el amor verdadero, al Joe se le amó tal y como fue. Sin necesidad de maquillajes ni impulsado por retratos e historias amañadas. Se le admiró y se le quiso, reconociendo su grandeza y aceptando sus excesos, sus defectos y sus errores. Ese gran artista se nos adelantó hace trece años en la partida final. Y allá, en el cielo de los genios, estará estremeciendo los rincones con su grito peculiar y, quien sabe, dedicándoles a los “Colombianos, el Joe nunca los olvida”, mientras que ángeles y santos empiezan a prender la guachafita alrededor del Joeson.
Mientras tanto, su legado musical sigue intacto y resonando en cada rincón del país por qué al Joe, ¡Colombia nunca lo olvida!
Tienes que leer
Desaparece en México el reguetonero colombiano B. King
Murió Edgar García Ochoa, «Flash», quien impulsó la carrera de Shakira
Murió el legendario músico británico Ozzy Osbourne