20 de septiembre de 2024

Junior: ¿Y dónde está el piloto?

POR ANUAR SAAD

La crisis del Junior de Barranquilla no es nueva: fue “maquillada” por el chiripazo descomunal de haber quedado campeón con un equipo que en realidad tenía el mismo mal rendimiento que el que vemos en este torneo. Y ahí, fue donde todos nos equivocamos.

Los elogios a Arturo Reyes trascendieron las fronteras; nadie cuestionó nada y se avaló, con complacencia y también con complicidad, que siguiera dirigiendo al equipo. Y los errores fueron llegando: ficharon a futbolistas que habían quemado su etapa en el club. Volvieron vestir la rojiblanca Cantillo (camina la cancha y el pase más profundo que pone, es al compañero de atrás o al lado); Chará (de lo peor que se ha visto en los últimos años en Barranquilla: ni sombra lejana de lo que fue); Rafa Pérez (voluntarioso pero con las misma descomunales limitaciones técnicas que lo hace poco vistoso para la tribuna),

Con ese equipo el Junior hizo un muy mal primer semestre de la Liga pero le echó tierra a ese fracaso clasificando de primero en su grupo para octavos de finales de la Libertadores, sin ganar un solo partido de local. Ya ahí se iba gestando el nuevo fracaso.

Así, con jugadores que más parecen zombis en la cancha, que deambulaban sin brújula, carentes de un libreto técnico, de un plan como equipo, sin liderazgo desde el banco técnico y dentro de la cancha; con cambios equivocados, planteamientos cobardes y un juego insulso de un futbol pasado de moda, quedó eliminado de la Libertadores; no gana en casa y pierde de visitante con los últimos de la tabla y volvió a hacer otro papelón en el Metropolitano ante Santafé donde lo más visible fueron las pancartas que pedían que se vaya Reyes; que exigían entrega y lucha a los jugadores y que expresaban que ya la afición estaba “mamada” de un equipo que no propone nada. Que está cansada de preguntar en cada partido o mismo: ¿a qué carajos juega Junior?

De todos los mensajes que se leían y escuchaban en el estadio en el partido ante Santafé, el más punzante es el que les dejaba en claro a cuerpo técnico y jugadores que solo saben cobrar: “Puntuales para cobrar, muertos para jugar”. Eso dice todo de este equipo donde ni técnico ni jugadores han estado a la altura. Ese mensaje, en especial, le cae muy bien a Cariaco del que nadie sabe cómo diablos hizo para que le renovaran el contrato: un jugador sin sangre, que no se compromete nunca y que juega bien un partido y cinco mal.

¿Qué hacer ante este panorama? Para las finanzas del club (que no andan muy bien porque la gente no gusta del fútbol que propone Reyes) convendría esperar que esta tortura del 2024 termine y empezar a buscar desde octubre un nuevo DT para 2025: salir de elementos “puntuales para cobrar y muertos para jugar” y armar, con contrataciones acertadas, un nuevo proyecto deportivo. Un equipo que no solo gane, sino que juegue el fútbol que le gusta a la gente de Barranquilla.

Línea por línea, Junior está grave: En el arco hay que contratar otro arquero de renombre, porque lo más probable es que Mele eleve el vuelo. La defensa no es confiable: pese a buenos momentos de Peña y de Olivera, la retaguardia rojiblanca es un colador. En el medio nadie arma ni escándalo: solo Didier Moreno se erige como gladiador y Colorado va apenas afianzándose. La delantera está en cuidados intensivos: A Enamorado parece que se le olvidó gambetear, hacer un centro y mucho más se le olvidó convertir un gol. El Titi, sin minutos y el tronco más grande que ha llegado en la historia al Junior de Barranquilla, Marco Pérez, debe ser donado a cualquier club: gratis es caro. Y Bacca…. A hacer lo que nadie más hace: los goles. Y cuando él no puede, por lo general el partido no se gana.

No sé si el máximo dirigente del Junior, don Fuad Char, aguantará hasta fin de año o cederá ante la insoportable “enemistad” que ya hay entre las barras más representativas y la afición con el equipo.

Este Junior no admite paños de agua tibia: hay que darle un revolcón profundo y buscar jugadores que sí sientan la camiseta y que además de ser buenos para cobrar, lo sean para jugar.

Porque a estas alturas, los aficionados todavía están tratando de encontrar a su Junior del alma. A la escuadra que “tienes que matar para ganarle”.  A su equipo. Ese mismo que desde hace casi un año, juega como rueda suelta mientras que todos nos preguntamos ¿Y dónde está el piloto?

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