Alarma en la afición por dominio de las barras bravas del escenario futbolero
Que lejos se ven esos tiempos en que uno esperaba ansioso toda una semana para ir al estadio a ver al Junior de Barranquilla en familia. Para asistir al Metropolitano, felices, acompañado de la pareja, de los
hijos, de los padres y gozar del espectáculo. Hoy, ir al estadio es casi que un asunto de ‘alto riesgo’ .
Eber Otero es un hincha del Junior que le quiso dar a su mamá una sorpresa y alegría: la llevaría por primera vez al estadio e, incluso, le regalaría para la ocasión la camiseta conmemorativa del centenario a su madre. ¿Qué podía salir mal?
Pero ayer en el Coloso de la Ciudadela el ambiente estaba caldeado. Las barras bravas parecían tener el control del escenario y hasta pedían la cédula a aficionados que no veían ataviados con la camiseta del Junior, como si fueran alguna autoridad.
En todos los rincones del estadio se sentía un ambiente tenso. Hubo roces y provocaciones a los hinchas del américa y la sensación que queda en el aficionado, es que las barras, más que la autoridad, son quienes controlan el estadio y sus accesos.
La ilusionada madre de Eber Otero es una nuestra fiel del desorden de las gradas: una lata de cerveza le rompió su cabeza transformando una noche que debía ser de alegría, en tristeza.
Además, a las afueras del estadio, un grupo de barristas energúmenos que se identificaban como miembros de la banda de Los Kuervos, le propinó una brutal golpiza a un hincha que no portaba camiseta de Junior sin que ningún miembro d ella fuerza pública hiciera algo.
Mientras tanto, en medio del desespero por ver a su madre balada en sangre, el aficionado Eber Otero posteó en sus redes sociales: «Era la primera vez que iba al metro, pero los @LBK_Oficial (La Banda de los Kuervos) le dañaron la experiencia. Tiraron una lata de cerveza en medio de la celebración del primer gol y le partieron la cabeza».
Ese lamentable hecho ocurrió en la tribuna Oriental. Recordemos que hay dos tribunas sancionadas por parte de la Dimayor. ¿Y los 700 policías desplegados para el control del orden en las afueras y dentro del estadio que hacen? Es la pregunta que está en boca de todos los aficionados que declararon a medios locales que «sintieron miedo» dentro del escenario por culpa de las barras.
Esta situación debe cortarse de raíz, y para ello, las autoridades deben redoblar sus esfuerzos, identificar, capturar y reseñar a los vándalos para que la tranquilidad perdida vuelva al estadio y la familia pueda nuevamente gozar del espectáculo del fútbol.
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