
ANUAR SAAD
La que fuera una vez una de las mas importantes universidades del Caribe colombiano, la Universidad Autónoma del Caribe, aquella que durante décadas se enorgulleció de formar a miles de profesionales, hoy se debate entre la subsistencia y su desaparición.
La UAC parece vivir hoy una de las decisiones más trascendentales de su historia. Tras años de escándalos, malos manejos — que parece que no acaban– y una lenta agonía financiera y académica, sus directivas han dado un paso decisivo: pedir al Congreso de la República que la institución se convierta en una universidad pública.
El Consejo Superior avaló al rector Jorge Senior Martínez para adelantar las gestiones y radicar en el Senado un proyecto de ley que busca nacionalizar a la Autónoma, aprovechando la afinidad política del rector y directivos con el partido politico que gobierna hoy al país.
Según el comunicado institucional, siete miembros del Consejo votaron a favor, uno se abstuvo y ninguno se opuso. El respaldo político no se hizo esperar: la senadora Laura Fortich participó en la sesión y manifestó su disposición de impulsar la iniciativa con carácter de urgencia en el Legislativo.
Pero la noticia no se recibe con unanimidad. Para muchos, este proceso es visto como una tabla de salvación; para otros, como un “entierro de quinta” para una universidad que en el pasado fue referente educativo en la región Caribe.
El declive de un gigante
El deterioro no comenzó ayer. Desde 2017, la Autónoma fue víctima de un saqueo sistemático bajo la rectoría de Ramsés Vargas, investigado por desfalcos que dejaron a la institución en ruinas.
A la crisis de confianza se sumaron despidos masivos, abandono de la infraestructura y un desplome en su calidad académica. La universidad, que alguna vez figuró entre las más importantes de la región, quedó reducida a sobrevivir entre litigios, interventorías y estudiantes que miraban con nostalgia lo que fue y con incertidumbre lo que quedaba.
«La Uniautónoma se acostumbro ya a que su nombre saliera mas en las paginas judiciales, que en artículos de educacion», testimonian algunos profesores que han vivido en carne propia la caida de la Universidad.
La imagen de aulas deterioradas, docentes en paro y nóminas atrasadas quedó grabada en la memoria de una comunidad educativa que se sintió traicionada. Muchos egresados se avergonzaban al mencionar su alma mater, mientras otros luchaban por defender su prestigio desde la resiliencia y el amor por una institución que les dio formación.
El salto a lo público
El paso hacia la nacionalización no es automático. El Ministerio de Educación, a través de la inspectora in situ que estuvo presente en la última reunión del Consejo, aclaró que no se trata de una aprobación formal. La Autónoma deberá presentar un estudio socioeconómico de factibilidad para que el Gobierno evalúe y emita un concepto técnico. Es decir, la suerte de la universidad dependerá del análisis de números, viabilidad y pertinencia social.
De lograrse, sería la primera universidad privada en Colombia que pasa a manos del Estado por iniciativa legislativa. El cambio implicaría redefinir su estructura administrativa, su financiación y su misión académica, lo que abre un debate profundo: ¿puede la nacionalización devolverle la grandeza perdida o será el epitafio definitivo de la Autónoma?
Voces divididas
Para sus directivas, esta decisión no afecta el calendario académico ni los derechos de estudiantes, egresados y trabajadores. La vida universitaria continúa “con normalidad”, aseguran, mientras se adelantan los trámites
Pero en los pasillos y en las redes sociales las opiniones están divididas. Hay quienes sueñan con ver a la Autónoma renacer bajo el paraguas estatal, garantizando estabilidad, acceso y control de calidad. Otros, en cambio, sienten que la universidad perderá su esencia y que su conversión en pública es el último clavo en el ataúd de un proyecto que alguna vez fue símbolo de orgullo caribe.
¿Renacer o despedida?
La Universidad Autónoma del Caribe se encuentra hoy en una encrucijada histórica. Lo que está en juego no es solo la supervivencia de una institución educativa, sino el legado cultural, académico y social de una universidad que marcó la vida de generaciones enteras en la Costa.
El Congreso tendrá la última palabra. Y con ella, se sabrá si la Autónoma escribe un nuevo capítulo como universidad pública o si, como muchos temen, se cierra para siempre la página gloriosa de lo que alguna vez fue una de las casas de estudio más importantes de la región.
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