Colombia se despierta este domingo a evaluar el paso del huracán Julia, que aterrizó en la isla de San Andrés el sábado hacia las 18.00 horas, pocos minutos después de alcanzar la categoría 1.
Si las condiciones climáticas lo permiten, se espera que el presidente Gustavo Petro viaje a la isla en la tarde. “Esperamos que la gente haya logrado la mayor cobertura de refugios, que era lo que estábamos buscando”, dijo el presidente en la noche del sábado. “Mañana ya tendremos, de acuerdo al resultado que haya dejado el huracán, una información concreta y las acciones inmediatas para reactivar la isla”.
San Andrés está ubicada a menos de 400 kilómetros al este de Nicaragua, y se estima que Julia podría llegar a sus costas hacia la 1 de la mañana del domingo para luego continuar hacia El Salvador y Honduras.
El huracán Julia se comportó casi exactamente como lo habían previsto el centro nacional de meteorología colombiano (IDEAM) y el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC, por sus siglas en inglés). Desde el jueves los dos centros alertaron que la tormenta tropical que venía del Atlántico y se dirigía rápidamente hacia el occidente podría adquirir vientos sostenidos de hasta 120 kilómetros por hora, con lo que pasaría a ser oficialmente un huracán.
Solo seis kilómetros antes de pasar por San Andrés llegó a ese nivel, con los vientos sostenidos previstos de 120 kilómetros por hora. Hacia las 21.00 horas la directora del IDEAM, que se encuentra en la isla de Providencia, anunció que el diámetro del huracán creció exponencialmente antes de entrar a San Andrés, hasta alcanzar los 600 kilómetros.
En la tarde del viernes, Julia pasó al norte de la península de La Guajira, en el extremo noreste de Colombia, con vientos máximos sostenidos de 65 kilómetros por hora, según el NHC. Eso produjo lluvias intensas en el norte de Colombia y reportes de más de 19 mil familias damnificadas.
Para proteger al archipiélago, el gobierno de Petro declaró la alerta máxima el sábado en la mañana, pidió a los hoteles abrir espacios de refugio para los más vulnerables y mantuvo activo a tope el Puesto de Mando Unificado creado el jueves para monitorear el tránsito de la tormenta tropical. El gobierno local de las islas decretó el viernes un toque de queda que dura hasta las 6 de la mañana del martes y movilizó a los ciudadanos que lo necesitaran hacia los refugios en las islas. La Aeronáutica Civil, por su parte, suspendió los vuelos comerciales el viernes.
Es el segundo huracán que pasa recientemente por las islas, después de Iota, de categoría 4, que en noviembre de 2020 pasó por el archipiélago con vientos sostenidos hasta de 250 kilómetros por hora. Su centro pasó más cerca a la isla de Providencia, donde destruyó el 98% de las edificaciones. En esa ocasión cuatro personas murieron en el archipiélago y más de 5.000 fueron ciudadanos damnificados.
El entonces presidente colombiano Iván Duque, prometió reconstruir rápidamente la isla. Pero fue duramente criticado por no haber logrado esa reconstrucción acelerada y por los altos costos en los que incurrió para la construcción de unas casas sin tener en cuenta ni a sus habitantes ni a la comunidad raizal—cada vivienda tuvo un costo de hasta 640 millones de pesos colombianos, más de 215.000 dólares. Tampoco incluyó la construcción de un hospital ni la restauración del colegio más grande de Providencia. En agosto de este año, poco después de llegar al poder, el presidente Petro visitó la isla para evaluar la reconstrucción. “Realmente ni se tuvo en cuenta a la comunidad raizal ni su cultura arquitéctonica”, dijo el presidente.
Este es el segundo gran huracán en el Caribe en menos de un mes, después de que Ian, de categoría 4, pasara por la isla de Cuba y luego aterrizara la costa oeste de la Florida, donde dejó al menos 100 personas muertas.
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