Por Ariana Anillo, Dayana Roa y Emilin Arrieta*
¿Quiénes son esos que desde la puerta de un almacén te hablan y te saludan con tanta emoción que parece que te conocieran?, ¿Quiénes son esos jóvenes que te llaman describiendo tu vestir y te hacen voltear tu mirada hacia ellos?, ¿Quiénes son esas personas que con la forma de llamar tu atención te sacan una sonrisa y alegran tu corazón?
¿Quiénes son estos seres que con su talento y personalidad excepcional se dedican a animar a los transeúntes a entrar al almacén y antojarse de lo que se exhibe y vende?.
Están ahí. Pero lo más llamativo de ello, son sus voces. Ellos han dedicado su vida a pregonar ofertas con frases creativas, porque cuentan con un talento y una personalidad que les permite capturar la atención de quienes recorren las calles de la ciudad.
No son vendedores, pero sí la cara amable de muchos almacenes. Muchos son profesionales en diferentes áreas, sin embargo, por falta de oportunidades en su campo de acción, se han empleado en almacenes del sector del centro, para conseguir su sustento y así, solventar necesidades básicas.
Este es el caso de Luis Alberto Pérez Rodríguez, barranquillero de 36 años, locutor de radio y televisión, impulsador del almacén Latín, quien manifestó que su trabajo es “chevere, me permite interactuar con los clientes y me hace sentir feliz, además de que disfruto la locución”. Él cuenta que, para conseguir dicho trabajo, presentó una prueba con cuatro locutores más y que cree que consiguió el trabajo por la alegría con que realizó la misma, su confianza en Dios y su personalidad jocosa.
Manifiesta que ha trabajado en radio y que tiene una emisora en la web llamada “La nueva”, no obstante, pese a la gran ola de desempleo, no ha ejercido al 100% su profesión. Luis Alberto se prepara, diariamente, para su trabajo en el almacén, agradeciéndole a Dios y asumiendo siempre una actitud positiva que le permite realizar de manera excelente su trabajo y, como dice él “vacilársela”.
El centro histórico es la zona comercial y económica más importante de la ciudad y un área estratégica para el futuro desarrollo de Barranquilla. Aquí se encuentra El Paseo de Bolívar, la avenida más relevante de esta ciudad colombiana, alrededor de la cual surgió y se expandió la urbe.
A lo largo de estas calles se cuentan historias, se viven distintas realidades y se observa las ganas de trabajar y buscar una vida digna de centenares de seres humanos. Desde comerciantes, zapateros, cerrajeros, vendedores de almacenes, cantantes, músicos ambulantes, pregoneros de ofertas y más, que día a día se enfrentan ante todo tipo de adversidades para ganarse el pan diario…
Y ahí está Jesús López, pregonero de ofertas de un almacén de productos de belleza, afirma que lo más complejo de su labor es “el largo tiempo hablando, que es entre 8 y 10 horas permanentes con el micrófono en la mano, lo cual causa un gran desgaste. Pero, gracias a Dios se reconoce la importancia de mi labor y el sueldo asignado como técnico profesional”. Además, comparte, referente a la incidencia de su labor en las ventas del almacén, que es de suma importancia, pues el aumento en las ventas alcanza un 80%.
Estas personas, algunas un poco más afortunadas que otras, deben lidiar durante el transcurso del día con las distintas actitudes, comportamientos y personalidades de la gente que transita los alrededores de sus sitios laborales; puesto que, así como hay muchos quienes valoran, tienen en cuenta y les llama la atención su destacada función, siempre existirán quienes miren con desprecio, sean poco empáticos, groseros, ofensivos y sólo se quejen del “molesto sonido”.
“JP” Sandoval un hombre que lleva a cabo esta ardua labor hace 30 años es testigo de esto, y actualmente labora con un micrófono en su mano que permite hacer escuchar su firme y armoniosa voz, acompañada de música muy animada que suena por medio de un parlante ubicado a su lado; con la finalidad de incidir en los posibles clientes potenciales que transitan a las afuera del centro comercial Shopping Center. Este señor destaca tres elementos fundamentales para iniciar cualquier día de trabajo, aplicado para cualquier persona bajo cualquier área laboral: actitud, ganas y voluntad.
-Cuando tú le pones actitud, ganas y voluntad demuestras, en ti mismo, lo que puedes proyectar a través, inclusive, de la fe – comenta JP, y continúa diciendo: “muchas personas preguntan ¿qué tiene que ver la fe con esto? Y la respuesta es: mucho. Si no te levantas con fe, no puedes llenarte de positivismo, no puedes envolverte con lo que sucede en el día a día, y poder ser tú un instrumento positivo hacia los demás”.
EL DATO
Se espera que, con la apertura de muchos sectores económicos, a pesar de las limitaciones y aún manteniendo el distanciamiento social, todos los ciudadanos y comerciantes tiene una responsabilidad, pero con un objetivo que sea menos negativo en materia de desempleo y marque el verdadero inicio de la recuperación de los casi 150.000 empleos que sacudió el Covid 19.
Para muchos de estos pregoneros, la enseñanza, el valor y las ganas de salir adelante a pesar de tantos obstáculos y sueños apagados llevan consigo una frase: “hay que ganarse el pan trabajando honradamente y con una sonrisa en cara”. El deber de salir cada mañana de su hogar a su segunda oficina, el trabajo que los espera bajo sol y lluvia, la hermosa cultura popular que caracteriza a los colombianos guerreros que con tan solo un recorrido por las calles del comercio en la que solo se necesita de sus oídos, sus ojos, pero principalmente, abrir su corazón a estas personas que dan lo mejor de sí.
Aquella habilidad que caracteriza la vida de estos grandes seres humanos que se esfuerzan por dejar una huella positiva y casi permanente en las demás personas, incluso cuando en su vida podría estar pasando un caudal de problemas internos, el deber que tienen para ser felices a los demás, con tan solo unos adagios, incentivando y tomando el brazo de incontables personas, llevándola hacia dentro de los almacenes… Aún así, mucha gente no tienen el interés de comprar sus productos, pero son las sonrisas que lo dicen todo, el dejarse llevar por el “amor” que brindan miles de pregoneros.
Escuchar por las calles del comercio un sinfín de expresiones sonoras emitidas por individuos que sus penas las llevan van por dentro “porque si todos lloramos, quién nos consuela”, ofreciendo algo en particular.
Quién no se siente acompañado en las calles cuando se escucha el típico: “Se venden, colchones, refrigeradores, zapatos, ropa y mucho más”, o el “hermosa, bendito ese vientre que te trajo al mundo” y suenan el beso que a veces queda retumbando en el segundo amigos de ellos: su parlante; el señor en bicicleta gritando: “El pan”; el vendedor de obleas, y qué decir de las campanitas del vendedor de helados, entre otros.
Esa práctica de pregonar que los hace únicos ante la necesidad de vender sus productos a la gente, los convierte en personas magnéticas, donde empiezan a notar el valor que realmente tienen, independientemente del valor que otros parezcan darle.
Ariana Anillo, Dayana Roa y Emilin Arrieta* son estudiantes de la asignatura de Crónica de la Universidad Autónoma del Caribe.
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