
Por ANUAR SAAD
En la historia reciente de Barranquilla, cada administración ha buscado dejar huellas visibles en el rostro de la ciudad: obras viales, escenarios deportivos, parques y malecones que han transformado la manera en que los barranquilleros habitan su territorio. Ahora, Alejandro Char, en su tercer mandato, parece haber puesto la mirada en un sueño que hasta hace poco sonaba lejano: el metro de Barranquilla.
El anuncio se produjo casi como una confesión en medio de la visita del embajador de China, Zhu Jingyang, durante el recibimiento de los primeros vagones del Metro de Bogotá.
El embajador de la República Popular China en Colombia, Zhu Jingyang confirmó que Barranquilla tendría la intención de construir un Metro para la ciudad y dejó entrever la posibilidad de cooperación que podría tener China en el posible proyecto y no descarta su participación en la construcción y mantenimiento del sistema de transporte.
Char habló de lo que hasta hace poco eran apenas conversaciones técnicas: estudios preliminares y la planificación de dos líneas de metro que recorrerían la Calle 30 y la Circunvalar, dos corredores vitales que concentran gran parte de la congestión de la ciudad y su área metropolitana.
La apuesta no es menor. Barranquilla, esa ciudad que se acostumbró a reinventarse frente a cada desafío, hoy vive un momento crucial: su crecimiento urbano, el dinamismo económico y su proyección como sede de grandes eventos internacionales la han colocado en el mapa global.
Pero su talón de Aquiles sigue siendo la movilidad. El caos de buses, la saturación de Transmetro y el aumento exponencial del parque automotor han convertido el transporte en una herida abierta que condiciona la vida diaria.
“Estamos revisando el metro. Más temprano que tarde lo vamos a tener en Barranquilla”, dijo Char en entrevista con Semana, adelantando que su administración no solo dejará el diseño listo, sino que abrirá el camino para que el proyecto se materialice en la próxima década.
La visión no se limita al transporte: el alcalde lo enmarca en un proyecto de desarrollo integral, que incluye la ampliación del Estadio Metropolitano y un énfasis en el capital humano, con más educación técnica y tecnológica, y nuevas competencias en inteligencia artificial.
Barranquilla mira de reojo a Medellín y Bogotá, ciudades que ya cuentan con sistemas férreos de transporte masivo, y que han demostrado cómo estas obras pueden convertirse en motores de desarrollo social. En esa misma dirección, el embajador chino no descartó la cooperación de su país, tanto en la construcción como en el financiamiento del futuro metro barranquillero, lo que abre la puerta a alianzas internacionales estratégicas.
El metro, de concretarse, sería quizá el salto más ambicioso de la ciudad en décadas. No se trata solo de rieles, vagones y estaciones: es el símbolo de una Barranquilla que quiere estar a la altura de su propio crecimiento, que se niega a quedarse atrapada en trancones y que busca darle a su gente un transporte digno de su pujanza.
Hoy, entre el bullicio del tráfico y el calor de siempre, queda la pregunta en el aire: ¿verán los barranquilleros pasar el metro sobre sus avenidas? Alejandro Char, fiel a su estilo, promete al menos dejar el diseño como legado. Lo demás será tarea de quienes lo sucedan, pero el sueño ya está sembrado.
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