El llamado «pesebre del Atlántico» sigue renovándose. Además de sus reconocidas artesanías, los murales en los techos y paredes, agregan otro encanto para el visitante.
POR MARÍA VICTORIA NIEBLES Y GLORIA VANESSA PABA
Un pesebre se deja ver entre lomas y colinas. Lo adornan caminos de adoquines y jardines coloridos en medio de un ambiente fresco y un silencio apacible que le hace honor a su apodo. Usiacurí, aunque es un municipio pequeño a unos 40 minutos de Barranquilla, en el departamento del Atlántico, parece bendecido por la naturaleza: es un enorme jardín que resulta inspirador para el artista.
En la entrada principal ‘La Musa Tejedora’, una imponente escultura elaborada en acero inoxidable es el abrebocas a la riqueza cultural del municipio. El monumento de siete metros de altura le rinde homenaje a los artesanos del lugar. Fue inaugurado en el mes de mayo del 2010, elaborado por el artista barranquillero Gino Márquez y está inspirado en el poema ‘La araña’ del poeta colombiano Julio Flórez.
Usiacurí es uno de los pueblos más antiguos de la Costa Atlántica y el más importante territorio indígena de la etnia Mokaná. Su nombre se debe a la unión de Usía que significa Señoría y Curí, nombre del cacique que allí habitaba. En 1533 el español Francisco César llega al territorio y ese mismo año Pedro de Heredia. En 1745 fue declarado corregimiento y finalmente el 23 de octubre de 1856 fue elevado a la categoría de municipio.
Es un lugar que se caracteriza por sus aguas termales sulfhídricas —actualmente inexistentes— que atraían a turistas curiosos por sus altos poderes curativos. Fue el poeta Julio Flórez quién decidió ponerle fe a estas aguas, residir y conformar una familia con la usiacureña Petrona Moreno, fuente de su inspiración hasta sus últimos días de vida. El poeta cumplió un papel muy importante para la cultura colombiana. En su hogar se encuentra su nombre, el museo del municipio Patrimonio Cultural desde 2007, sitio que entre habitaciones y pasillos mantiene viva la memoria del autor, y que entre adoquines y senderos verdes dirige a los pozos.
A unos seis kilómetros del municipio se encuentra Luriza. Fue declarada como la primera reserva ambiental del Atlántico y hace de Usiacurí un destino turístico sostenible. Es un bosque seco tropical hábitat de 138 especies de aves, 19 de anfibios, 44 de reptiles y 43 mamíferos, un lugar mágico y encantado por frondosos árboles ideal para practicar senderismo y avistamiento de innumerables tipos de aves.
Difícilmente existe otro pueblo más bello y encantador que este en el Departamento del Atlántico. En lo alto de una pequeña colina, se levanta su imponente Iglesia vestida de blanco y azul, símbolo de la religiosidad de un territorio que fue un asentamiento indígena. La Iglesia Santo Domingo de Guzmán es uno de los encantos visibles y símbolo del municipio. La misma es el epicentro de las Fiestas patronales en honor a la Virgen del Tránsito, patrona de Usiacuri. Este año se celebró desde el 13 hasta el 16 de agosto, con estrictos protocolos de bioseguridad que garantizaron el disfrute y cuidado de los asistentes.
La Gobernación del Atlántico abanderó una campaña para llenar de arte las paredes comunales del municipio. Todo el pueblo es un inmenso lienzo del que no se escapan siquiera el techo de sus casas, pintados con tonos coloridos con imágenes que evocan su naturaleza, lo que agrega otro atractivo a sus visitantes.
En los techos aledaños a la iglesia, se pinta un mural de más de 4.000 metros cuadrados, adornado con los colores de la fauna y flora que el bosque Luriza guarda en su interior. Una vez más el pesebre del Atlántico le apuesta al turismo por medio del arte. La iniciativa en cabeza de la Gobernación del Atlántico y la Fundación Pintuco tiene el objetivo de crear otra manera de desarrollo sostenible para los usiacureños con el que será el mural de techos más grande del país.
EL DATO
Las artesanías son símbolo cultural y económico para el municipio, cada artesanía es la identidad de una familia. Este talento se hereda jerárquicamente y es enseñado en la escuela: desde la primaria se enseñan las diferentes técnicas de tejido y alambres mientras que en la secundaria se enseñan las agujas y puntadas. El elemento principal para su elaboración es la palma de iraca, las artesanías son comercializadas en todo el municipio, en las terrazas de las casas y en el Centro de Desarrollo Artesanal Corina Urueta, un escenario perfecto para la exhibición de este arte.
A pesar de ser un destino turístico bastante concurrido, Usiacurí es uno de los municipios más seguros del país, esto podría deberse a que sólo existen corresponsales bancarios. Además, hace más de 15 años no se presenta un homicidio y las riñas entre borrachos no pasan a mayores.
Sin embargo, toda la tranquilidad que se respira aquí ha sido desequilibrada por la pandemia de coronavirus. Aún hoy, los habitantes de Usiacurí están asustados por esta enfermedad, nunca en la historia del pueblo habían despedido a tantas personas de manera seguida. En el remanso de paz la gente se muere de vieja, por alguna enfermedad y ahora, de covid. Quienes allí habitan son gente saludable porque llevan una vida tranquila, caminan bastante y se alimentan con productos de la tierra.
Los usiacureños tejen como si no lo estuvieran haciendo. Es una práctica tan común, que es extraño no tener nada entre las manos. Allí todos saben tejer la iraca, aunque no todos son artesanos. Es un oficio que se ha naturalizado entre los pobladores y que, a simple vista hace pensar que la palma de iraca abunda en este territorio. Sin embargo, se aleja de la realidad, en múltiples ocasiones lo han intentado, pero la iraca no ha germinado en esas tierras. Desde siempre han tenido que traerla de otros departamentos y adoptarla como propia ha sido la materia prima de esta ardua y creativa labor.
El centro artístico fue reinaugurado en mayo y se invirtieron más de tres mil millones de pesos, cuenta con una plaza principal, un salón multifuncional y más de 11 casetas para artesanos. Su nombre hace homenaje a la primera docente y exportadora de artesanías del municipio, motivación para las artesanas cabezas de hogar. Jeimy Ángulo, es una de las mujeres que ha sustentado a su familia a través de este arte. Su hija Yuliana Zárate de 18 años, heredera del negocio familiar, cuenta que emprende este talento desde los 7 años de edad y que además de ser una labor, es una vocación.
“Soy la única de mi familia que ha tenido la oportunidad de estudiar en una universidad, estudio contaduría pública en Barranquilla con el propósito de encargarme de las cuentas y finanzas de nuestros negocios familiares”.
Como era de esperarse la pandemia los afectó económicamente ya que la mayor parte de ingresos se deben al turismo. Sin embargo, se implementó la virtualidad para continuar con la venta de artesanías nacionalmente.
“Implementamos la virtualidad con una página de instagram para nuestras ventas, al principio no era funcional, pero luego podíamos recaudar el cincuenta por ciento de la inversión del producto», agregó Yuliana.
Las artesanías reflejan una identidad y sin duda la familia Zárate Ángulo se caracteriza por la innovación, la vocación y la creatividad. Tejiendo la palma de Iraca —como la mismísima araña del poema de Flórez— no solo elaboran artesanías, sino que entre finas puntadas tejen sus sueños.
Tienes que leer
7 preguntas sobre Ana Frank, la autora del diario más famoso del mundo
El niño que rompió una vasija de 3.500 años de antigüedad en un museo de Israel
Universidades en Colombia: ¿transformarse o desaparecer?