Acostado sobre una hamaca en la sala de su casa, Rafael Sarmiento Coley no precisa la fecha exacta en que por primera vez tomó un diario y lo leyó hasta la última página. Lo que sí se acuerda, es que fue en el Paseo Bolívar cuando apenas era un adolescente.
Y fue al pie del Cañón verde donde aprendió a darse cuenta de que los periodistas deben desempeñar el papel de detective, sociólogo, psiquiatra y político, para obtener una información más clara y concisa de lo que necesita. Sin embargo, con el tiempo, se daría cuenta de la gran importancia que es nutrirse de las nuevas tecnologías a las que nos estamos afrontando.
Sarmiento Coley estiró sus brazos como si volviera a hojear el viejo ejemplar de tamaño universal, evocando ese momento. “No recuerdo que periódico era: podría ser El Tiempo, El Espectador, Diario del Caribe o El Heraldo. Si sé que sucedió cuando estaba en el colegio San José, después de estudiar en Corozal, en San Jacinto del Cauca, y de nuevo en Corozal. Fui a la esquina de Cañón Verde, Calle 34 con Calle 41 donde estaba el Sr. Portaccio. Recuerdo que me fascinó la primera página, leí todas las noticias y hasta los titulares de los anuncios. En ese momento comencé a leer con entusiasmo”, dijo Rafael.
Recuerda, con la mirada perdida, que unos años más tarde, comenzó a trabajar en el periodismo cuando alquiló una panadería que funcionaba también como restaurante, se reunían casi todas las noches Tulio Pizarro, Cecil Alfonso y otros locutores que transmitían para “Radio Aeropuerto”. A esa cafetería, también acudía Camilo Monroy, quien para él fue uno de sus grandes maestros a quien recuerda con tanta alegría y gratitud.
Fue el mismísimo Monroy quien lo animo a leer cientos de libros, en especial “El viejo y el mar” el cual se convirtió en uno de sus favoritos y quien lo inspiraría a escribir crónicas importantes. Así mismo, Camilo, quien era decano de la primera facultad de comunicación social que hubo en la costa, que fue la de la Uniautónoma del Caribe, lo invitó a que estudiara en esta.
Recuerda como si hubiese sido ayer, cuando jugaba con carritos de Totumo, pelotas de goma, bolita de uñita y trompos. Sin embargo, cuando le preguntamos por qué le daba rabia ver o escuchar, la novela favorita de su abuela paterna “El derecho de nacer”, contesta con una risa, que era porque uno de sus personajes se llamaba “Don Rafael” y lo molestaban con eso.
Es católico por herencia y convicción. El Búho, como le dicen, nació en una familia católica por ancestro, con bisabuelos españoles católicos. “Me considero un ser muy espiritual, aunque, claro, no soy misero ni rezandero. Hago mis cosas a mi manera”, asegura.
En una mañana de 1979 contrajo matrimonio con su amada Nira Figueroa Turcios en la iglesia Inmaculada Concepción de Barranaquilla, dos meses más tarde los recién casados viajaron a Bogotá para consolidar su amor.
EL DATO:
Rafael Sarmiento Coley duró 28 años en el periódico El Heraldo. Sobre su salida aclaro que “no fue una salida, sino una doble despedida, alegre y emotiva. Una que me brindaron mis compañeros de trabajo en un restaurante-bar, y otra que me ofrecieron los dueños del periódico, quienes me entregaron una placa muy linda en reconocimiento a mis 25 años de servicios a esa empresa, de la cual salí pensionado”.
Su esposa destaca de Rafael los valores que componen su unión familiar hoy por hoy. “Llevamos un poco más de 40 años de esta bella unión bendecida por Dios. Rafa es un ser que se distingue por su nobleza, fortaleza, decisión, coraje y una alta dosis para amar. Tomamos la decisión de formar un hogar, enlazados por la comprensión, amistad, libertad y amor. Amor que fuimos regando en cada uno de los tres hijos que concebimos: Rafael Filcocaris, Jorge Mario y Julián Andrés, con diferentes caracteres y talento, a los cuales Dios nos ha permitido disfrutar en diferentes escenarios”, dice Nira Figueroa.
Nos cuenta que sus tres hijos se desenvuelven muy bien en sus carreras, y que se siente súper orgulloso de ellos porque todos tienen la inclinación de escribir y son muy buenos en eso, juntos crearon un blog de noticias y crónicas llamada “La Cháchara”.
Sarmiento Coley no dudó en admitir que, en la efímera existencia de la Universidad de Barranquilla, Hernando Mendoza y Gusta Cogollo, Marcaron la diferencia por su creatividad. Comenta, que un día Mendoza y Cogollo se reunieron en la sala de conferencias para crear nuevas secciones en los periódicos. De mutuo acuerdo, acordaron que la publicación de Rafael se titulara “La carcajada del Búho”, donde se montaría una columna humorística que incluyera a todos los personajes ilustres de la ciudad.
Sobre el ejercicio del periodismo afirma que él no querría jamás que se perdiera el carácter vocacional de esa profesión. Que no se debe seguir haciendo ese periodismo que está abundando hoy en las redes sociales que es el de decir las cosas sin confirmar, lanzar especies por ofender, asumir posiciones filosóficas de partir, asumir una posición en defensa de una ideología o de una tendencia, uno tiene que ser periodista y los periodistas deben contar las cosas sin pasión, sin importar lo antes mencionado.
Así comenzó “El Rincón del Búho”
En su memoria, Rafael no ignoró el nombre del popular narrador Edgar Perea Arias a quien definió como su amigo personal. Los dos escribieron en Diario del Caribe a mediados de la década de 1970.
“Con Edgar, hubo polémica, porque cuanto técnico pasaba o llegaba al Junior tenía que ir a su programa a “besarle los zapatos”. Para contrarrestar los comentarios amargos de Perea y lo ataqué en mi podio,» El Rincón del Búho «. El primer ‘grande’ que le di fue cuando escribí: “Bueno, y este primate de la selva chocoana ¿Quién se ha creído que es? Vino aquí para enseñarnos un conocimiento profundo del fútbol, y no hace mucho saltó de una rama a otra en la jungla de Chocó”.
LA POLÉMICA CON EL NEGRO PEREA
Entre grandes carcajadas comentaba que, cada vez que salían a las discotecas, El “Negro” Perea lo abrazaba y le decía “quién es ese hijueputa Búho, para yo pegarle un susto. No lo voy a matar. Le voy a dar un tiro en la pata, para que se asuste.”
Meses después, en el aeropuerto El Dorado, coincidió con Mike Schmulson y Edgar Perea. Fue el mismísimo Mike quien lo delató delante de Perea. “¡Perea, tú sí eres marica: te has dejado mamar gallo todo este tiempo de alguien que anda contigo en los burdeles, en las mejores casas de cita, ¡en las discotecas… tú lo ‘jartas’ de whisky y no dejas que él pague nada porque dices que es el mejor amigo que tienes en Diario del Caribe! ‘El ‘Búho’, hélo aquí, es Rafa Sarmiento Coley”, contó entre risas el Búho.
Ese es Rafael Sarmiento Coley, más conocido como “El Búho”, un periodista de fuego, que siempre tiene una chispa de curiosidad prendida, con una devoción ilimitada por la crónica, el género que más aprecia, ya que le permite escribir y describir lo que siente a su manera, o como él dice “lo que les llega a sus entrañas”.
Pisando el séptimo piso, sigue buscando fuentes y entrevista; asiste a ruedas de prensa y se intuye entre periódicos, redes sociales, y libros, para que sus escritos sigan teniendo esa marca de su vocación y con el reflejo de su amor por el periodismo que siempre lo ha caracterizado.
*Trabajo realizado por por Laura Caraballo, Danna Castro, Luis Eduardo Castañeda y Dania Brieva en la asignatura de Crónica, del Programa de Comunicación Social de la Universidad Autónoma del Caribe.
Tienes que leer
7 preguntas sobre Ana Frank, la autora del diario más famoso del mundo
El niño que rompió una vasija de 3.500 años de antigüedad en un museo de Israel
Universidades en Colombia: ¿transformarse o desaparecer?