BBC MUNDO
Era hasta hace dos semanas prácticamente un desconocido fuera de su estado, pero eso no fue un obstáculo para que este martes Kamala Harris confirmara a Tim Walz como su compañero de fórmula para las elecciones presidenciales del 5 de noviembre en Estados Unidos.
Fue precisamente una intervención televisada el 23 de julio, apenas dos días después de que Joe Biden anunciara su renuncia a la reelección y pasara el testigo a la vicepresidenta Harris, el que puso al hasta ahora gobernador de Minnesota en el radar.
«Hay que alejarse del pan de cada día, de esa división», contestó Walz cuando en el programa Morning Joe de MSNBC le preguntaron qué tenían que hacer los demócratas para lograr avances en las zonas rurales profundamente republicanas.
Y tras insistir en que debían centrar su discurso en aquello que prometen mejorar y no tanto en subrayar el potencial peligro de que el candidato republicano Donald Trump vuelva a la Casa Blanca, dijo sobre este y su elegido para la vicepresidencia, JD Vance: «Es verdad, esta gente es rara».
El comentario no tardó en hacerse viral, lo que lo catapultó directamente a las quinielas para la carrera electoral.
Aunque no es su único mérito para haber sido finalmente el escogido.
Este antiguo profesor de instituto y exentrenador de fútbol americano de 60 años es campechano y sencillo, con un estilo directo y la capacidad de expresarse sin rodeos.
Además, sus raíces en el Medio Oeste estadounidense lo conectan con el ciudadano de a pie y podrían atraer al votante más conservador, mientras su historial de apoyo a las causas progresistas como representante de un distrito de tendencia republicana en el Congreso primero y durante su tiempo como gobernador después apelaría a los independientes.
Esa dualidadpodría resultar atractiva en un momento en que la política estadounidense está tan polarizada.
Cuenta asimismo con el respeto del Pentágono y el ala militar por ser veterano de la Guardia Nacional.
A todo ese historial le hizo referencia Harris cuando lo presentó de forma oficial este martes durante un mitin en Filadelfia, Pensilvania, en un auditorio con aforo para 10.000 personas, ante el cual proclamó que ya es la candidata oficial por su partido, hizo referencia a su pasado como fiscal general de California y aseguró que conoce «el tipo de Donald Trump».
Walz es «el maravilloso producto de una familia de clase media de la Nebraska rural», dijo Harris, y ahondó en su experiencia militar y en su pasado como profesor previos a su incursión en la política.
«Es el tipo de maestro y mentor con el que sueña cada niño en Estados Unidos, el que cada uno de ellos se merece», destacó.
«Es el tipo de vicepresidente que Estados Unidos se merece», zanjó, antes de empezar a repasar las medidas que defendió y logró sacar adelante desde el Congreso y como gobernador, y adelantar en qué se enfocarán si ganan las elecciones.
«No vamos a retroceder»
Cuando tomó la palabra en el estrado, Walz dijo que no puede estar «más orgulloso» de ser el número dos de Harris.
«La vicepresidenta Harris ha luchado en el bando de los estadounidenses», desde su días como fiscal hasta ahora.
«Se enfrentó a depredadores y a estafadores, desmanteló pandillas transnacionales, se mantuvi firme contra los intereses de poderosas corporaciones, nunca dudó en cruzar el pasillo (las filas del partido) si eso implicaba mejorar las vidas de la gente», añadió. «Y lo hizo siempre con alegría».
También aprovechó para presentarse ante un público que no necesariamente lo conoce, contando cómo viene de un pueblo de 400 habitantes en el que «la comunidad era la forma de vida», con qué orgullo lució el uniforme militar, y habló de la libertad y la igualdad como valores que ha defendido durante su carrera política.
En esa línea, EE.UU. debe ser «un lugar en el que solucionemos nuestras diferencias políticas no por la vía de la violencia sino con nuestros votos», subrayó.
«¿Qué dirección debe tomar nuestro país?», le preguntó a la audiencia. «Porque Donald Trump seguramente nos haría retroceder«, añadió, antes de referirse al Proyecto 2025, una polémica iniciativa de un think tank conservador para reformar el gobierno federal del que el candidato republicano ha tratado de desmarcarse.
Walz pidió que no le crean, porque tanto Trump como su número dos saben lo que la propuesta implica, y añadió estar listo para debatir con Vance y medirse cara a cara.
«Y no, no vamos a retroceder».
Harris y Walz se embarcarán ahora en una gira de campaña por los llamados «estados péndulo» o aquellos que se consideran clave de cara a los comicios, coincidiendo con la visita de sus contrincantes a esos mismos lugares.
Pero mientras eso ocurre, Trump y Vance ya se han hecho eco de la elección de Walz.
En un comentario que envió a sus seguidores por correo y mensaje de texto nada más conocerse la noticia, Trump les aseguró que Walz será, de ganar las elecciones, «el peor vicepresidente de la historia«. «Peor que la peligrosamente izquierdosa y corrupta Kamala Harris».
En la misma línea, y durante un evento de campaña en Pensilvania, el aspirante a vicepresidente republicano JD Vance lo tildó de «radical de extrema izquierda», además de asegurar que «su historial es una broma».
Y añadió que la decisión deja claro que Harris «se doblegó ante el ala de izquierda radical del partido» demócrata, y aprovechó para criticar las políticas de inmigración y el enfoque para lidiar con la crisis del fentanilo que ha defendido como vicepresidenta.
«Hacen una pareja interesante», se burló durante su intervención.
Docente popular y entrenador
Originario de una zona rural de Nebraska, Walz pasó los veranos trabajando en el campo y cazando, y a los 17 años se alistó en la Guardia Nacional, en la que sirvió durante más de dos décadas.
Su padre, administrador de una escuela pública, fue quien lo animó a unirse al ejército antes de morir de cáncer de pulmón, cuando Walz tenía 19.
En referencia a aquel episodio, el gobernador de Minnesota ha hablado con frecuencia de cómo los beneficios del Seguro Social ayudaron a su madre y de cómo otras ayudas sociales le permitieron recibir educación universitaria.
Se graduó en Ciencias y antes de sumergirse en la política, se dedicó a la docencia.
Su primera experiencia como profesor la tuvo en China, en 1989, el año de la masacre de la plaza de Tiananmén. Dio clases de inglés y aprendió mandarín.
Volvió al país asiático para su luna de miel tras casarse en 1994 con Gwen Whipple, también maestra y con quien tiene dos hijos, Hope y Gus, y también organizó viajes educativos a ese destino para estudiantes estadounidenses.
Tras ejercer de profesor en su natal Nebraska, se mudó con su mujer al estado natal de ella, Minnesota, donde siguió dando clases y se estrenó como entrenador de fútbol americano.
Durante su tiempo en el instituto Mankato West, Walz ayudó a desarrollar un programa de ese deporte y llevó a la escuela a su primer campeonato estatal.
También apadrinó la primera asociación de alumnos de alianza gay-heterosexual, lo que lo volvió aún más popular.
Representante demócrata de un distrito rural
Su debut en la política fue tardía y se ha considerado un tanto accidental.
En 2004 acompañó a dos de sus estudiantes a un acto de campaña del republicano George W. Bush para la reelección, pero los alumnos llevan pegatinas del entonces candidato demócrata John Kerry y les pidieron que abandonaran el lugar por considerarlos una «amenaza para el presidente».
Molesto por el incidente, Walz se ofreció como voluntario para la campaña presidencial de Kerry, tiempo durante el cual desarrolló los contactos que lo llevarían en 2006 a aspirar a un escaño en el Congreso.
Se postuló en representación de un distrito mayoritariamente agrícola del sur de Minnesota, hasta entonces fielmente republicano.
Pero Walz hizo campaña como un demócrata moderado, preocupado por el servicio público y la defensa de los veteranos, lo que hizo que diera la sorpresa y se alzara ganador.
Mantuvo su escaño, ganando los comicios cada dos años, hasta 2018, cuando se lanzó a por el puesto de gobernador de un estado de marcada tendencia demócrata.
Sus críticos afirman que durante sus 12 años en el Congreso su ideología fue difícil de etiquetar.
Apoyó causas progresistas, como la Ley de Atención Médica Asequible, votó a favor de medidas que favorecían a los trabajadores, incluido un proyecto de ley para aumentar el salario mínimo que le grangeó el respaldo de los sindicatos mayoritarios, y así como de una iniciativa de derechos de emisión de carbono que finalmente no salió adelante.
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