11 de julio de 2025

The Crown: Los ricos también lloran

Recrear la historia de un icono desde la ficción, en este caso "Lady Di" marca un cierre para la serie dramática que termina este 14 de diciembre.


Por: Oscar Arias-Díaz*

Crecer en los 90 era sinónimo de los inicios de internet, los periódicos, las revistas y la princesa Diana de Gales. El fenómeno mundial que representó «Lady Di» mostraba una primera pincelada de lo que sería la globalización, la banalidad, el incremento del morbo hacia las celebridades, la privacidad y los efectos de ser una figura pública.

«Recordar es vivir», como reza aquel dicho popular. Era un niño cuando circulaba la revista «Vanidades» donde siempre se ponía en primera plana o como tema de conversación: la realeza bien sea de Inglaterra, España o Mónaco. La narrativa alrededor de las estrellas y famosos sigue cosechando todavía pero esta vez tanto en los medios como en las redes sociales. En esta nueva entrega de The Crown, observamos la otra cara de la moneda desde la ficción. Donde la privacidad es un recurso que se valora hasta que se pierde, o como dice la canción: «Uno no sabe lo que tiene hasta que no lo pierde».

Ayer, hoy y mañana seguimos viviendo en una sociedad adicta a los ídolos, casi una especie de necesidad que ha ido incrementándose con el fenómeno de los «influencers». Parece que el ser humano necesita explotar el querer ser o, como reza el refrán de la famosa muñeca Barbie: «Sé quién quieras ser».

Hoy, no hay una «Lady Di» sino cientos de figuras que son seguidas con lupa bajo el escrutinio público donde se lucha por los comentarios, me gusta o relevancia en la opinión pública. Podría decirse que el fenómeno «Lady Di» solo fue la punta del iceberg de lo que estamos viviendo con: las Kardashian, Taylor Swift, o las innumerables estrellas de Hollywood que siempre han sido la comidilla de los tabloides, sitios web o redes sociales alrededor del mundo.

Diana de Gales como figura pública, madre, novia y activista son algunos de los rasgos que aborda esta vez «The Crown». Y por otro lado, vemos a otra dinastía, pero desde otra cosmovisión: «Los Al-Fayed» con Mohamed Al-Fayed, interpretado por el actor Salim Daw y por su parte Khalid Abdala en la piel de Dodi Al-Fayed. La serie enmarca una polémica donde el patriarca de la dinastía mueve los hilos para buscar su espacio dentro de la socialité a pesar del poder económico que habían cosechado al ser los dueños de la cadena de gran superficie, si se puede denominar de esta forma a «Harrods» o al hotel Ritz de Londres.

La casa Windsor, la Corona o la Reina Isabel II salen bien libradas de las curvas que se generan en este viaje dentro de lo que pasa en una familia llena de hipocresía y una falsa moral que al final del día dejó a unos hijos sin su madre, una mujer en su soledad y un padre enterrando a su hijo en un túnel de París donde terminó trágicamente este cuento de hadas entre una princesa de cuento de hadas y el que hoy es rey con una reina consorte que termina siendo el sueño de toda mujer que se encuentra en las sombras, a la espera de convertirse en, como lo dicen los vallenatos colombianos, la oficial.

Lo bueno: El retrato de Diana de Gales (Elizabeth Debicki) resulta una apuesta acertada ante otras interpretaciones desde la ficción, tanto en largometrajes de Hollywood, TV-movies, dramatizados, entre otros productos de ficción. Luego, del segundo episodio hay apuestas acertadas desde la dirección y el juego de adaptar sucesos históricos bajo el lente de la ficción. 

Lo malo: A pesar de tratar de mostrar los dos lados de la moneda, queda en deuda con diálogos de nivel. Donde de alguna forma se enfrenten las visiones de un mundo de reales y otro de simples mortales. Amanecerá y veremos el inminente cierre de esta serie sobre la monarquía inglesa cada vez más golpeada por los nuevos desafíos de la sociedad contemporánea. 

*Oscar Arias-Díaz es docente, cineasta e investigador que analiza la cultura popular, los medios y la imagen en movimiento.

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