Con algunas horas de retraso, el presidente Gustavo Petro llegó finalmente a Nuquí, en el departamento del Chocó, para posesionar a Iris Marín como nueva Defensora del Pueblo, después de la elección que hizo la plenaria de la Cámara de Representantes de la terna que el mismo jefe de Estado presentó.
En esta misma región del país, los magistrados de la Corte Suprema de Justicia estuvieron esperando al mandatario de los colombianos en medio del encuentro de la justicia ordinaria, pero no llegó; hecho que mereció la incomodidad de algunos de los togados del alto tribunal.
En medio de su intervención en la posesión de Iris Marín como nueva Defensora del Pueblo, el presidente Gustavo Petro confirmó que su hija Antonella Petro, de 15 años, tuvo que salir del país, razón por la cual tuvo que incumplir algunos eventos públicos.
“Mi hija decidió irse. Es la última que tenía. Realmente estoy triste. Vacío. Sin embargo, quise venir por el compromiso para posesionarla a usted, Defensora del Pueblo, aquí, en el Chocó. Significa mucho. Tenía ayer un discurso preparado ante la Corte Suprema de Justicia. Era bonito”, dijo el jefe de Estado.
En medio de su intervención, el mandatario de los colombianos afirmó que no tenía fuerzas para asistir a eventos públicos. “Me toca vivir estos dos días en medio de mi luto porque mi última hija se va, incumplí actos públicos, pero no tenía la fuerza para pararme ante un auditorio y hablar cuando mi corazón estaba llorando. Mi hija ha sufrido persecución psicológica. No entiende a su corta edad cómo a través de las redes, en las esquinas de las calles, en algunos lugares, así como ya pasaba con el fascismo italiano en aquella película, que se iba apoderando de la violencia, la calle, la esquina, la taberna donde se tomaba vino y se hablaba de revoluciones, que se iban llenando las calles del miedo y del terror, que producía el silencio.
«Que el pensar rebelde era perseguido por donde fuera para que al parecer no pudiera juntarse con la voz del oprimido y volverse fuerza y revolución. Como esa vez también Colombia lo ha vivido por mucho más tiempo, por generaciones enteras, 75 años que estamos en una guerra violenta y sin ser ella culpable”, sostuvo el Presidente.
Fue entonces cuando señaló que “Antonella fue sufriendo más o menos las consecuencias de ese fascismo creciente en la sociedad colombiana, en sus clases pudientes, en sus clases medias altas, que no pueden entender por qué la prioridad de un Estado tiene que ser la de acercarse y abrazar al pobre, a la humilde, al negro, a la indígena, al campesino, al joven del barrio popular, a la mujer en general”.
Dijo que su hija, teniendo apenas 11, 12 y 13 años, “iba sintiendo la persecución permanente, diaria”.
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