Por Anuar Saad
Muchos seres humanos crecen soñando con ser astronautas. Otros, se desvelan por llegar a ser médicos, científicos, ingenieros, pilotos de fórmula 1, futbolistas, bomberos, presidentes, profesores, sacerdotes, incluso, sueñan con ser periodistas (siempre hay quien tome malas decisiones) pero un pequeño pero representativo porcentaje de ellos, sueña con llegar a ser un perfecto hijue$#@&.
Incluso, sin soñarlo, llegan a calificar para serlo y se ven por ahí, orgullosos de lo que son, sonrientes en fiestas y reuniones donde se filtran sintiéndose importantes cuando, la verdad, nadie se los soporta. Si aún no los identifica porque usted todavía cree en la candidez humana, la gratitud y la solidaridad, le dejo por acá once pistas para que puedan reconocerlos.
1. La verdadera mala persona es amnésica selectiva. Se regodea de su presente pero jamás se acuerda cuando lo sacaron del barro y las veces que lo ayudaron. Trata de borrar «sus malos ratos» haciendo daño a aquellos que alguna vez le tendieron la mano.
2. Suelen ser resentidos y envidiosos. Están convencidos de que lo que ellos hacen es lo único que sirve y nadie, por lastima, o temor, los baja de esa nube. En el fondo, aunque lleguen a triunfar en algo, siguen sintiendo envidia por otros.
3. Se ufanan «dando lecciones» de moral y ética cuando en realidad tienen un errático comportamiento social.
4. Suelen criticar al poder y ponen pose de «supervisarlo» pero cuando por esas cosas de la vida tienen ellos el poder, se convierten en un clic en todo lo que ellos mismos criticaban. Son tan detestables, que se miran al espejo y su reflejo sale corriendo.
5. Lo único más enfermo que ellos mismos, es su ego. Su miopía les impide ver que existe un mundo que se mueve muy bien a su alrededor y que produce cosas mejores que las que ellos creen que hacen. Por eso se rodean de mediocres, para así no perder el poco brillo que aún le queda.
6. Estos perfectos hijuep#$&@ se llenan la boca hablando contra «la corrupción» pero internamente mueven la maquinaria para que esa misma corrupción que dicen despreciar los favorezca. Por ostentar cualquier puesto, son capaces de venderle el alma al diablo.
7. En muchos casos suelen andar por ahí pregonando versiculitos bíblicos y congregarse en comunidades religiosas dónde se dan golpes de pecho para esconder su maldad manifiesta.
8. No duerme pensando en como hacer para que los otros crean que es feliz, porque a pesar de sus esfuerzos y apariencia, siempre serán infelices y tratan de posar en redes sociales como líderes triunfadores a sabiendas que la gente, muy a su pesar, suele saber ya quien verdaderamente es.
9. Carecen de toda clase de valores. No tienen problema en vender su alma al diablo porque no tienen conciencia que pueda remorderles. Ellos saben que a ese diablo al que apoyan, al final lo «recompensará» por «su lealtad».
10. Son seres solitarios. Suelen verse solos comiendo en una mesa en una plaza de comidas, solo en algún que otro acto social al que le toca asistir y absolutamente solo en su vida personal.
11. Carecen de autoridad y para simular que la tienen, recurren a la amenaza vedada o al maltrato psicológico, para tratar de doblegar al otro que no lo respeta, sino que en algunos casos le teme.
Si aún con estas 11 pistas no logra identificarlos, abra los ojos. Ellos están en todas partes. Camuflados en la política, en su barrio, dentro de su casa, ostentando la rectoría de alguna universidad, gozando de los favores de un puesto público, en el centro comercial o en su oficina. Manténgase alerta a las señales. Pero bien alerta. Porque puede que un día de estos, cuando salte de su cama, sea usted mismo el que se reconozca como un perfecto hijueputa.
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