La actriz y cantante francesa Brigitte Bardot, uno de los grandes iconos del cine europeo del siglo XX y símbolo erótico de los años cincuenta y sesenta, ha fallecido este domingo a los 91 años, según informó la fundación que lleva su nombre. Con su desaparición se va una de las últimas grandes leyendas vivas del cine francés, tras la muerte de Alain Delon en 2024.
Bardot mantiene además un vínculo singular con la provincia de Castellón, y en concreto con Benicàssim, donde pasó el verano de 1953, cuando apenas tenía 19 años y todavía no se había convertido en la estrella mundial que sería pocos años después. Su presencia entre los veraneantes del hotel Voramar no pasó desapercibida y quedó inmortalizada en la memoria literaria gracias al escritor Manuel Vicent, quien la evocó en su obra El león de ojos verdes.
Aquel Benicàssim de los años cincuenta era ya un enclave frecuentado por figuras destacadas de la cultura.
El director Luis García Berlanga llegó a alquilar el Voramar para el rodaje de Novio a la vista, y por sus estancias pasaron personalidades ilustres como premios Nobel, el cineasta francés Roger Vadim —entonces marido de Bardot— y la propia actriz, que incluso llegó a ofrecerse para rodar escenas de forma gratuita. Faltaban todavía tres años para que su vida cambiara para siempre con el estreno de Y Dios creó a la mujer (1956).
Un mito del cine europeo
Nacida en París en 1934, Brigitte Bardot debutó en el cine en 1952 y, antes de cumplir los 25 años, ya había intervenido en cerca de una veintena de películas. Sin embargo, fue Y Dios creó a la mujer, dirigida por Roger Vadim, la que la catapultó como mito erótico internacional y redefinió la forma de representar el erotismo en la gran pantalla europea.
A partir de entonces protagonizó títulos fundamentales como La verdad (1960), El desprecio (1963), a las órdenes de Jean-Luc Godard, Una vida privada (1962), ¡Viva María! (1965), Shalako (1968) o La femme et le pantin (1959). Su carrera cinematográfica se extendió hasta 1973, con algo más de 40 películas, suficientes para consolidar su leyenda.
En los últimos años, la actriz vivía retirada en Saint-Tropez, alejada de la vida pública y con problemas de movilidad.
Un recuerdo imborrable en Benicàssim
Más allá del mito internacional, en Benicàssim queda el recuerdo de aquella joven rubia que, antes de convertirse en la B.B. más célebre del cine europeo, paseó por la playa y los salones del Voramar, despertando miradas y dejando una huella imborrable en la historia cultural del municipio.

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