Por Anuar Saad
Cinco ministros de Educación, dos presidentes de la República, varios ministros de Trabajo, cuatro rectores y la suerte de la otrora gran Universidad Autónoma del Caribe, parece ir de mal en peor: su crisis financiera, administrativa y académica, ha tocado fondo. Uno tan profundo que parece una misión imposible que pueda salir de ella.
De nada han servido los valerosos llamados, plantones, marchas y denuncias que los distintos sindicatos, profesores y estudiantes han hecho público a través de las redes sociales para que alguien se conduela de la oscura situación del ente educativo. Pero no. La Uniautonoma parece no tener dolientes y sigue ahí, abandonada a su suerte.
Y si las abuelas advertían que a veces es peor el remedio que la enfermedad, ese dicho calza como anillo al dedo para lo que pasa en esa institución de educación superior. Después del saqueo salvaje de que fue objeto por parte de Ramsés Vargas y su cohorte (quien increíblemente anda libre por las calles y ni siquiera ha sido llamado a juicio a pesar de que se le endilgan desfalcos por miles de millones de pesos) ahora, en manos de Mauricio Molinares Cañavera , –de polémico paso en la rectoría de la Unilibre–, la situación en vez de mejorar, empeoró.
Según denuncias ya radicadas ante la Fiscalía General de la Nación, Molinares Cañavera ha violado lo establecido por el Ministerio en su intervención de la universidad y ha desviado los recursos destinados a pagar la nómina y las prestaciones sociales de sus profesores para pagar contratos a dedo con empresas que, además, están a nombre de familiares suyos o sus íntimos amigos.
La situación es tan vergonzosa que a los docentes catedráticos les deben las primas de diciembre del 2022 y todos los meses de salario (hasta la fecha de publicación de este artículo) del año 2023 y, además, están sin servicios de salud y sin pago de pensión.
La política de terror impuesta por un individuo que no tiene vocación académica (el mismo confesaría ante este periodista que «no soy académico. Soy un gerente andministrador) ha socavado la tradicional buena formación académica que se impartía en esa querida Alma Mater que cayó, del segundo puesto en la ciudad, a ser una de las últimas universidades en todos sus indicadores. La misma que pasó de tener casi 8 mil estudiantes en 2020 a contar con apenas 5 mil.
La pregunta que todos se hacen es ¿Por qué a los Ministros de Educación que han pasado –incluyendo al presente- no les importa el futuro y presente de esta universidad?
Lo cierto es que la deuda que tenía a proveedores se ha multiplicado y sus bienes (los pocos que quedaban) han sido enajenados o mal vendidos. Pero dinero para pago a docentes…jamás hay.
Dolorosa situación que paradójicamente la prensa local apenas si mira de soslayo: tímidas notas de prensa que en realidad no denuncian nada, a la espera quizá, al igual que sucedió con Ramses Vargas, que sea la prensa capitalina quien destape el escándalo de lo que vive la Autonoma del Caribe.
Mauricio Molinares Cañavera, su actual rector, solo le interesa figurar en las fotos donde posa como payaso de circo, sonriente, como si nada pasara. El mismo Molinares que acosó a los docentes mejor cualificados (y de más alta remuneración) para obligarlos a renunciar y, además, suspenderle los contratos a decenas de empleados para imponer su régimen de terror.
Lo más triste es que este Gobierno, que se autoproclamó cómo «Gobierno del cambio» no se da por enterado. No da señas de que la suerte de la Uniautonoma le importe y el indolente rector, con su cínica sonrisa mojando redes y noticieros amigos, sigue ahí, apertrechado en su cargo, embolsillandose los casi 40 millones de pesos mensuales que devenga sin, realmente, hacer nada.
Ya los estudiantes en la última semana salieron a marchar por toda la universidad con pancartas, arengas y carteles en los que pedían su salida inmediata. Pero Molinares, haciendo gala de su cinismo eterno, responde con una foto en redes al lado de Barbosa, el Fiscal General de la Nación, como si quisiera mandar el mensaje de que las denuncias ante este ente acusador no lo tocarán.
Los interrogantes siguen ahí esperando ser respondidos. ¿Quien lo mantiene en la rectoría? ¿Que grupo político está detrás de semejante esperpento académico? ¿Quiénes son los beneficiario de los contratos irregulares? ¿Por qué el Ministerio se hace el de la vista gorda? ¿Por qué la prensa más visible de Barranquilla sigue muda a pesar del peso de las evidencias?
Quizá, cuando ya no quede ningún ladrilito rojo en las paredes de la Universidad, y cuando por los vetustos pasillos solo ronden los fantasmas de los estudiantes del pasado, hallarán entre sus escombros, parodiando a la cinta «La estrategia del Caracol», un letrero que rece: «Ahí les dejo la hijueputa universidad pintada».
¿Hasta allá habrá que llegar para que el problema que atraviesa una universidad que fue patrimonio académico del Caribe Colombiano pueda llamar la atención de las autoridades?
El tiempo lo dirá.
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