POR ANUAR SAAD
El fútbol está lleno de cosas inesperadas. De paradojas. De sorpresas y, claro, de emociones. Es extraño y la lógica no es uno de sus atributos. Y es que en este juego, uno de los mejores partidos del Junior de Barranquilla en el semestre, de los pocos donde pudo acorralar a su rival, donde se mostró seguro en defensa y combativo a cada instante… no terminó en triunfo tiburón.
Y lo más extraño, es que estuvo a “un VAR” de terminar perdiéndolo, a no ser que los jueces auxiliares, gracias a la tecnología detectaran una mano de penal que ni Mandrake podría haber visto.
Junior entró ordenado; decidido y con la intensión de resolver rápido el partido. Cetré, incansable, y que pone a soñar a la afición con volver a encontrar a la figura que alcanzó a brillar con la Sub 20 de Colombia, remató tres veces, desde todos los ángulos y solo las oportunas intervenciones del arquero De Amores del Cali, apagó el grito de gol de las tribunas, que se vieron vacías a pesar de que el cartel del partido era atractivo.
La defensa del cuadro tiburón, ordenada y proactiva, contagiaba de seguridad a todo el equipo que insistía sin cesar ante un Cali perdido, que no sabía como contener a un enjundioso Junior que lo tenía acorralado gracias al juego lateral –que nacía desde la formación con tres defensores—y que encerró al onceno azucarero.
Así transcurrió un primer tiempo que debió terminar con victoria del Junior, pero el arquero De Amores, y la suerte, lo impidieron.
Y cuando todos esperaban el gol de Junior que parecía inminente, al filo de los 60 minutos una jugada de Teófilo Gutiérrez dejó mano a mano con Viera con Harold Preciado quien en doble jugada –la primera la rechazó el golero juniorista—abrió el marcador: lo increíble estaba pasando. Cali, con esa sola llegada a puerta del Junior, se iba arriba en el marcador.
El técnico Reyes mandó a la cancha a Marlon Piedrahita, Carmelo Valencia y Freddy Hinestroza para cambiar el marcador. Y fue a los 66 minutos cuando Hinestroza centra desde la derecha para que Carmelo, en palomita, anotara el gol del empate. ¿Será que el fútbol después de todo si iba a ser justo y Junior se llevaría la victoria?
Pero la afición todavía tenía la sonrisa en la cara gracias al gol de Valencia y soñando con el primer lugar del cuadrangular por lo inminente que se veía el segundo gol de los tiburones, cuando en un cobro de esquina por parte de Teofilo Gutiérrez, Jorge Marsiglia deja a todos parados viendo como la pelota se anidaba en la red: el futbol, ya lo dijimos, estaba demostrando lo ilógico y desconcertante que puede llegar a ser.
Y cuando ya parecía quedar evidente lo ilógico que puede llegar a ser el fútbol, cuando todo parecía estar perdido, el VAR -¡oh bendito VAR! llamó al juez central Wilmar Roldán. Para advertirle sobre una mano de Andrés Colorado dentro del área chica: era un tiro penal para el cuadro de casa
‘Cariaco’ fue el encargado del cobro y su disparo, arriba, dejó sin chance al arquero De Amores igualando a dos goles, justo en el minuto 89.
En los siete minutos de reposición, llegaron más jugadas de gol –entre ellas un tiro libre que cobró Viera y se estrelló en el travesaño—pero ya la suerte estaba echada: otra vez, en el fútbol, el que mejor había jugado, no sed iba a llevar el triunfo.
Ahora, a dos puntos del líder Pereira, Junior deberá ir al estadio matecaña y torcerle el cuello a los favoritismos, a las estadísticas y a los comentaristas de televisión y tratar de traerse una victoria que lo ponga en la carrera para la clasificación a la final.
¿Sorpresa? Bueno, es fútbol.
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