Por ANUAR SAAD
Hoy evite sorpresas. Encienda desde temprano el televisor para ver si sigue funcionando a la perfección. Tómese juicioso las pastillas para la presión, ponga a enfriar las cervezas, llame con tiempo a los amigos y disponga todo en la sala, la terraza, o en el estudio, para sentarse a ver al Junior alcanzar la gloria.
En las principales calles de Barranquilla — y seguramente de la región Caribe– los estaderos, restaurantes y hasta almacenes de miscelánea, están instalando televisores para atraer al público para que consuma y, de paso, estar presentes en la fiesta que se viene a las ocho de la noche.
Seguramente no faltará el que desde la víspera haya encendido las veladoras –de diversas fragancias y colores– a los santos preferidos, y los que esculcaron n en el fondo del closet su «atuendo de la buena suerte» o llamaron al amigo que hace rato no ven, pero con el que presenciaron la obtención de la novena estrella: las cábalas no están de más.
No deje que hoy algo lo distraiga del objetivo principal: llenar de energía positiva al Junior de Barranquillia para que cuando salten a la cancha del Atanasio Girardot de Medellín, salgan a comerse vivo al «Poderoso» que, esperamos, hoy quede reducido a un Superman con Criptonita.
Cuando suene su celular y el identificador de llamadas le muestre que es de su Banco, de su Tarjeta de Crédito, o de ese almacén que vende muebles y con el que todos nos endeudamos, hágase el loco. Hoy, las culebras que esperen. Estamos en «Modo Junior» y nada nos va a dañar el rato y la ilusión de engalanar nuestro escudo con la décima estrella.
El día es hoy. El día en que debemos demostrarle a Cachaquilandia, ese «extraño país» que nos mira con desdén y que nunca nos da como favoritos, que, como decía el legendario Edgar Perea, «…¡Al Junior hay que matarlo! Y ahí está, más vivo que nunca, tratando otra vez de hacer historia.
Y si por esas cosas del destino y del futbol, esta noche no se pudo, en Barranquilla la ilusión se mantendrá intacta porque hay fe que con este equipo, vendrán muchas nuevas alegrias. Una alegría así de grande con la que soñamos celebrar hoy y sentirnos más barranquilleros que nunca.
¡Vamos Junior!
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