
ANUAR SAAD

En el Caribe –y especialmente en Barranquilla– hay frases que no se discuten y que están tatuadas en la memoria colectiva como parte de su ADN.
Y una de estas frases nació de la garganta poderosa de Édgar Perea, el legendario narrador que esta ciudad adoptó y que convirtió cada partido del Junior de Barranquilla en una mítica epopeya: “¡A Junior tienes que matarlo para ganarle!”.
El origen de esa exclamación que con el tiempo atravesó todas las fronteras, se remonta a 1980, durante la competición de los rojiblancos en un cuadrangular final frente al Deportivo Cali: Junior necesitaba empatar ese partido para ser campeón, pero estaba siendo derrotado 2-1 y faltaban pocos minutos para terminar el partido….y el defensor Gabriel Berdugo empató en el Pascual Guerrero logrando así el Tiburón su segunda estrella.
Pero esa sentencia se volvió carne propia en la década de los 90, en un episodio que aún estremece cada vez que se recuerda, se recrea o se escucha: un Junior–América en el Metropolitano.
Corrían los últimos minutos. El Junior empataba 2-2 y con esa resultado el Deportivo Independiente Medellín se coronaba campeón en el Atanasio Girardot. Los hinchas rojos ya daban la vuelta olímpica en la pista atlética de Medellín, con banderas y champaña lista.
Pero en Barranquilla, la historia tenía otro libreto. Víctor Pacheco, el genio de Soledad, tomó la pelota y armó una jugada de película. Entre gambetas y pases cortos dejó a la defensa americana mirando fantasmas, El Pibe recoge la pelota y como una exhalación apareció El Nene Mackenzie, con el temple y la fortuna de los elegidos, para empujarla a la red en el último suspiro.
¡Gol de Junior!. Gol de vida. Gol de título frustrado para Medellín, que tuvo que tragarse la celebración en plena pista atlética.Ese día, la frase de Édgar Perea se hizo patrimonio cultural de Barranquilla: a Junior no lo puedes dar por muerto jamás,
Los capítulos recientes de la leyenda
En 2010, la Equidad creyó tener el título en el bolsillo, pero en el Metropolitano el Tiburón sacó dientes y corazón para remontar y quedarse con la estrella.En 2018,
Teófilo Gutiérrez guió una remontada en la Libertadores contra Olimpia, y meses más tarde Junior se llevó el título en penales frente al Medellín tras otra paridera épica.
Un año que los hinchas jamás olvidarán fue 2023. En liga, el América se paseaba en el Metropolitano con un 0-3. Medio estadio mascullaba la derrota, hasta que la locura irrumpió: Bacca, Caicedo y ‘Cariaco’ González transformaron el marcador en un 4-3 de película, con un penal en el minuto 93.
La frase de Perea, otra vez resultó peofética. Y en la final de ese mismo año, el Medellín volvió a sufrirlo: Junior empató una serie que parecía perdida y se consagró en los penales.
El capítulo de ayer: la herencia intacta
Lo de anoche ante el Atletico Bucaramanga, rival que jugó un excelente oartido con base a su estrategia de «quitarle» el dominio al Juniir no fue distinto.
Cuando el reloj ya marcaba la agonía, Junior volvió a sacar fuerzas de donde no quedaban. Un gol en el último segundo, peoducto de un cobeo de riro penal generado oor una inteligente jugada de Teófilo Gutiérrez que habilita a Enamorado, encendió el Metropolitano, arrancó lágrimas, nervios y abrazos desconocidos en la tribuna.
La frase de Édgar Perea se escuchó otra vez en el aire caliente de Barranquilla: “¡A Junior tienes que matarlo!”. Porque si algo está claro es que este equipo nunca se entrega, y en cada paridera encuentra la manera de recordarle al país que, para ganarle, hay que enterrarlo dos veces.
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