13 de septiembre de 2025

Chelsea, campeón mundial: derrotó 2 a 1 al Palmeiras

Chelsea, de Inglaterra, se consagró campeón mundial de clubes tras vencer por 2-1 a Palmeiras, de Brasil, en tiempo suplementario. El belga Romelu Lukaku y el alemán Kai Havertz convirtieron para el campeón de la Champions League. Raphael Veiga, de penal, había señalado el 1-1 transitorio para el vigente bicampeón de la Copa Libertadores. Sobre el final, los brasileños se quedaron con un jugador menos por la expulsión de Luan.

Fue una final entre dos equipos que buscaban su primera corona mundial, cada uno con sus armas. De un lado, el fútbol de posesión de Chelsea, con Romelu Lukaku como pivot y referencia ofensiva, más la garra de N’Golo Kanté y el panorama de Mateo Kovacic. Del otro, Palmeiras y el autobús en el arco de Weverton.

Con un gen particular: la rigurosidad para defender. El entrenador portugués no negocia ni el despliegue ni la actitud. Si debía perder, que fuera con los dientes apretados.

En esa batalla de tintes ajedrecísticos comenzó a prevalecer el talento individual del equipo inglés. No tuvo oposición hasta llegar a la zona de tres cuartos de cancha.

Al entrar en zona de definición, la vista se les nublaba a los futbolistas de azul. Por eso, nadie se sorprendió cuando, en el umbral del entretiempo, Thiago Silva se hartó de esperar que un compañero se desmarcara y remató al arco desde 40 metros. Weverton se estiró todo lo que pudo y despejó al córner. Fue la mejor jugada del equipo de la Premier.

Palmeiras había tenido la suya en un acercamiento colectivo que tuvo al tándem Dudú-Rony como protagonistas estelares.

Ese primer tiempo no tuvo más, porque los brasileños se empeñaron en destruir lo poco que inventó su rival y porque a los británicos les faltaron ideas.

El espectáculo siempre tuvo intensidad, aunque le faltó peligro cerca de los arcos. Era una final sin emociones.

En el segundo tiempo una jugada colectiva de Chelsea (la primera con relativa profundidad) desbloqueó el marcador.

Lukaku pivoteó, Hudson Odoi fue hasta el fondo y la torre belga convirtió mediante un frentazo inatajable. Ni dos Wevertons podrían haber sacado ese balón. Parecía, entonces, que Palmeiras debía cambiar el guión y transformarse en lo que no es: un equipo ofensivo, que busca el arco rival en todo momento. No está en su esencia.

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