26 de julio de 2024

Tasajera, la crónica de un olvido

Tasajera, Magdalena. Un lugar rico, pero olvidado

El olor a mariscos y pescado inundan el gusto de sus visitantes, pero, la desilusión aparece cuando la pobreza se apodera de los sentidos. La falta de oportunidades de sus habitantes ha venido incrementando desde hace más de 30 años ante la indolencia gubernamental.

Por Aury Lucía Orozco*, Especial para Hora en Punto

Tasajera es un corregimiento del municipio de Pueblo Viejo, en Magdalena, sostenido por los ríos que nacen en la Sierra Nevada de Santa Marta y que desembocan en la Ciénaga Grande, uno de los principales recursos hídricos del municipio. Es un pueblo donde la miseria consume a sus habitantes quienes, abandonados a su suerte, luchan cada día por el sustento en medio de la inseguridad, los precarios servicios de salud y una pésima educación.

Está situado en forma estratégica en el corredor vial que conecta a  Santa Marta con Barranquilla, y cuenta con una población muy cercana a los diez mil habitantes. Cuenta con dos escuelas, que no tienen ni las mínimas condiciones para que los profesores puedan realmente educar a niños y jóvenes quienes, después de terminar la secundaria, sólo tienen en su imaginario que la única oportunidad de salir adelante es dedicarse a lo que sus abuelos y sus padres se han dedicado toda la vida: la pesca. Son pocos de ellos quienes se atreven  a irse del lugar en busca de una mejor calidad de vida.

El corregimiento de Tasajera se debate en medio de un alarmante índice de pobreza que parece serle indiferente a la Gobernación del Magdalena y a la Alcaldía de Pueblo Viejo. A pesar de que se intentó  contactar en varias oportunidades a Fabián Ospino, Alcalde de ese municipio, este nunca respondió.

Para los tasajereños, la única obra de interés público de las que tienen memoria,fue la pavimentación total de la calle principal que se ejecutó hace más de 16 años.

¿Ayudas humanitarias sectorizadas?

La pobreza extrema de Tasajera no es un problema de ayer. Esto se puede evidenciar con base a los testimonios de diversos habitantes durante la visita al corregimiento en donde la precaria situación de sus moradores parece haberse agudizado aún más por cuenta de la pandemia originada por el Covid 19. Algunos pobladores aseguran que recibieron ayuda humanitaria, y otros afirman que de las tales ayudas solo oyeron rumores, pero que jamás recibieron una.

Es fácil escuchar en cada esquina, el lamento de alguien sobre la precaria situación por la que atraviesan, como es el caso de Yimar Ariza, un pescador que desde niño ha ejercido ese oficio.

Pescador del corregimiento. La pesca es la actividad económica predominante

El pescador, de piel curtida por el sol, y que refugia su cabeza debajo de una desgastada gorra,  expresó su preocupación por el abandono que el gobierno local y departamental tienen a los pescadores: “Falta más atención por parte de la alcaldía y la gobernación para nosotros los pescadores que somos la economía del pueblo, esta alcaldía y las anteriores no han hecho nada por nosotros, nos tienen en un completo olvido y se notó más en esta pandemia porque las ayudas no las vimos. Así con esta peste nos tocó ir a trabajar, arriesgando nuestras vidas y la de nuestras familias…”

El mismo drama de Yimar, lo están viviendo la mayoría de los pescadores del corregimiento.

A una cuadra del puerto de Tasajera, se encuentra la casa de la mamá de Diosa Blanco, una mujer valiente que ha sabido luchar el día a día para conseguir el sustento de su casa y mantener a sus hijos. Diosa vende almuerzos todos los días, y dice que le va bien porque casi todo el corregimiento la conoce y a eso de la una de la tarde ya no le queda un solo plato.

Ella, contrario a lo que otros opinan,  afirma que la Gobernación del Magdalena sí ha hecho presencia en el corregimiento durante la pandemia del Covid-19. “El gobernador se ha portado bien con nosotros, nos mandaba carrotanques de agua gratis porque aquí se compra el agua diariamente…”

El COVID-19 y las vacunas

Tristemente el Covid-19 golpeó muy duro a este corregimiento que, sin duda alguna, hasta el día de sigue dejando marcas. Los habitantes de Tasajera deben ir al Puesto de Salud de Pueblo Viejo cuando requieren atención médica, pero en muchos casos este centro asistencial no cuenta con los recursos suficientes para atender la complejidad de las afecciones de sus pacientes.

Es por esto, que los lugareños deben viajar hasta Ciénaga donde logran encontrar una atención a sus problemas de salud. Desde las llegadas de las vacunas a Magdalena, la mayoría de los tasajereños han acudido al puesto de salud de Pueblo Viejo y otros esperan en sus casas el biológico.

Esta población es una de las más marginadas en la Costa Caribe colombiana, producto de los malos manejos administrativos y la falta de oportunidades hacia esta comunidad.

Infancia y adolescencia en llamas

En el municipio se desarrolla el mismo plan educativo que se ejecuta a nivel nacional y aunque, los profesores intentan cumplirlo, es muy difícil ejecutarlo de manera ideal, por la falta de condiciones y porque es interrumpido por protestas y paros, factores sociales que afectan el desarrollo de las clases, según narró una docente de la institución que pidió mantener en reserva su nombre.

El peligroso espiral de dificultades sociales y económicas que viven sus habitantes repercute con gravedad en la primera infancia: los niños muchas veces no pueden asistir a sus clases porque ese día su padre no tuvo un bocado de comida que llevar a la mesa. Y los que asisten, en algunos casos, lo hacen sin siquiera haber desayunado.

Los “residuos sólidos” invaden las viviendas de los habitantes del corregimiento

La docente manifestó que Tasajera no es una población violenta a pesar de que existe un imaginario colectivo referente al corregimiento. “Al contrario, son personas muy alegres que se gozan los festivales que se llevan a cabo en los municipios del departamento de Magdalena”, dice.

Una  de las necesidades más urgentes y vitales de Tasajera es la falta de agua potable. No tener agua necesaria para consumir o pada el aseo personal y de la casa, es desesperante. Y es una paradoja: rodeada de agua por todos lados y cerca de los afluentes de varios ríos, queda a merced de expendedores de agua que especulas con ella, o de los carro tanques que dispone la Gobernación para mitigar un poco na vital necesidad. Hay varios proyectos iniciados para dotar de agua al corregimiento, pero tristemente ninguno ha sido terminado.

Las viviendas flotan en montañas de “residuos sólidos”

Mientras se navegaba en canoa por las aguas que rodean al corregimiento, fue inevitable no sorprenderse por las viviendas inundadas de desechos y basura ¡No hay higiene! Y esta es una de las problemáticas que más aflige a los habitantes.

Dentro del informe de la Contraloría General del Departamento de Magdalena en el año 2017 sobre el municipio de Pueblo Viejo, se señalaron los siguientes ítems:

  • El municipio compra el agua en bloque a la empresa Operadores de Servicios de la Sierra S.A. E.S.P, y así poder distribuirla tanto en el área urbana como en la rural. No cuentan con servicio de alcantarillado, la población dispone las aguas servidas en pozas sépticas o en letrinas.
  • En recorridos por los corregimientos que bordean la Ciénaga grande de Santa Marta se encuentra en un grave estado ambiental con grandes cantidades de residuos sólidos en las orillas.
  • Amenazas de origen geológico o hidrometeorológico que exigen un tratamiento de gestión del riesgo por posibles desastres naturales.

Luego de estas observaciones, se plantearon proyectos ambientales encaminados hacia la limpieza y mantenimiento de los caños de la Ciénaga Grande de Santa Marta y se propuso una extensa jornada de limpieza de las costas del mar caribe en el municipio de Pueblo Viejo, todo esto desarrollado para el año 2017, pero, a hoy,  marzo del 2021 los acueductos apenas están siendo implementados y los residuos continúan “adornando” las humildes viviendas de sus habitantes..

Mientras tanto, Tasajera sigue dando la lucha contra la desidia oficial, el abandono, la pobreza, la falta de oportunidades y la cruel estigmatización. Aún los tasajereños recuerdan a sus cincuenta habitantes que murieron en el trágico accidente del camión cargado de combustible que explotó, y son conscientes de que, a veces, el hambre y la pobreza absoluta pueden llevarlos a tomar decisiones equivocadas.

Pero son resilientes. Y quieren seguir siéndolo para poder perpetuarse en el tiempo, como la inmortal Sierra Nevada, allá al fondo, o como la majestuosa Ciénaga Grande de la que extraen el sustento. Quieren que algún día la historia que se cuente sobre ellos, no sea un lamento de miseria y desolación, sino que sea un canto de esperanza.

*Estudiante de séptimo semestre del programa de Comunicación Social – Periodismo de la Universidad Autónoma del Caribe.

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