26 de julio de 2024

Tragedia en Beirut: ¿Quiénes son los responsables?

A 75 años de Hiroshima, los expertos calificaron la explosión en Beirut como la más potente no nuclear de la historia. Y mientras continúan las investigaciones para encontrar respuestas al estallido, los ciudadanos intentan descifrar quiénes son los verdaderos responsables de la terrible tragedia que ha conmocionado al mundo entero.

José Carlos Cueto

BBC News Mundo

Las protestas continuaron este sábado. Decenas de manifestantes entraron a la fuerza a los edificios de varios ministerios y otros miles marcharon en las calles.

Las autoridades libanesas apuntan a un caso de negligencia y han señalado como causa 2.750 toneladas de nitrato de amonio guardadas durante seis años en el puerto sin las medidas de seguridad necesarias.

Esta sustancia se usa comúnmente como fertilizante pero también en la fabricación de explosivos, y es muy peligrosa si no se almacena correctamente.Ante este panorama, organizaciones internacionales han pedido que se lleve a cabo una pesquisa independiente dados los «repetidos fracasos» de las autoridades libanesas a la hora de investigar «errores gubernamentales».

Horca para los políticos, piden en las protestas.

A este llamamiento se sumó el presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien este jueves visitó la capital de Líbano para ofrecer ayuda desde su gobierno.

Aunque de momento no se ha señalado a ningún responsable, el debate sobre quiénes son los responsables está sobre la mesa.

A quién se señala

Recientemente se conoció que las 2.750 toneladas de nitrato de amonio llegaron al puerto de Beirut a través del buque de carga MV Rhosus en 2013, arrendado por un ciudadano ruso.

La nave transportaba la carga desde Georgia hasta Mozambique, pero en el camino sufrió problemas técnicos y llegó de emergencia a Beirut. Allí, las autoridades libanesas retuvieron al barco por no pagar las tasas portuarias correspondientes y confiscaron la mercancía.

Esta fue llevada a un contenedor del puerto, donde permaneció descuidada durante seis años hasta que finalmente explotó el pasado 4 de agosto.

«Naturalmente, el foco se sitúa sobre el actual director general de aduanas, Badri Daher, y el encargado general del puerto, Hassan Koraytem», dice a BBC Mundo Wadih al Asmar, presidente del Centro Libanés de Derechos Humanos.

Es la explosión no nuclear más grande de la historia.

Tanto Daher como Koraytem afirman que habían escrito varias veces al sistema judicial pidiendo que el químico se exportara o vendiera por la seguridad del puerto.

Koraytem señaló a la televisión libanesa que sabía de la peligrosidad del material pero «no hasta ese punto», en referencia al efecto devastador que tuvo la explosión.

De acuerdo a documentos oficiales, desde la aduana se escribió hasta seis veces a las instancias judiciales entre 2014 y 2017, pero los pedidos fueron ignorados.La primera carta fue enviada en 2014 por el entonces director de aduanas, Shafik Merhi, pidiendo una solución para el cargamento incautado meses atrás.

El gobierno libanés ordenó el arresto domiciliario a los funcionarios del puerto que supervisaron el almacenamiento del nitrato de amonio hasta que se complete la investigación.

«Tenemos la determinación de sacar adelante la investigación y revelar las circunstancias de lo ocurrido tan pronto como sea posible. Aquellos que hayan sido negligentes y culpables se enfrentarán al castigo más severo», dijo el presidente del país, Michel Aoun, el miércoles tras visitar el puerto.

Pero para muchos ciudadanos libaneses, las declaraciones de intenciones de Aoun son palabras vacías.

«Hartazgo»

«Las personas están hartas. No confían ni en el gobierno ni en el sistema.Temen que las autoridades utilicen un chivo expiatorio y que jamás se sepa la verdadera historia del caso», cuenta Al Asmar.

Líbano ocupa el puesto 137 de 180 países (180 es el peor) en el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional de 2019.

Una corrupción que muchos consideran especialmente presente en el departamento de aduanas del puerto de Beirut, al que coloquialmente conocen los locales como la «cueva de Alí Babá y los 40 ladrones»por la cantidad de escándalos que allí han saltado.

Esto, unido a la crisis económica que atraviesa el país, la alta tasa de desempleo y ahora la explosión en Beirut han provocado que los libaneses salgan a la calle a pedir justicia.

Investigación independiente

Nidale Abou Mrad, periodista del servicio árabe de la BBC, refrenda las palabras de Al Asmar y explica que el sentimiento del pueblo libanés es compartido por parte de la comunidad internacional.

«No hay mucha confianza en que las autoridades libanesas lleguen al final del asunto. Este tipo de casos de corrupción donde nunca se llega a saber la verdad del todo es algo que ha ocurrido con frecuencia», explica Abou Mrad a BBC Mundo.

El sábado se vivió en Beirut un dia de furia.

Esta preocupación también la comparte la organización Human Rights Watch.

«El nivel de devastación es incomprensible y las autoridades responsables deberían rendir cuentas», expresó Aya Majzoub, investigadora de la organización.

«Dadas las veces que las autoridades libanesas han errado a la hora de investigar fracasos del gobierno y la desconfianza del pueblo en las instituciones, la mejor garantía de que las víctimas de la explosión tengan justicia es una investigación independiente formada por expertos internacionales», agregó Majzoub.

«Ayúdanos, eres nuestra única esperanza»

Macron fue el primer líder mundial en visitar el lugar de la tragedia. Mientras el jueves caminaba por las calles devastadas, los residentes le rodearon y rogaron:

«Ayúdanos, eres nuestra única esperanza», dijo uno de los ciudadanos.»Por favor, no des más dinero a nuestro gobierno corrupto. No podemos soportarlo más», añadió otro.

Macron anunció que Francia acudiría en la ayuda de Líbano, que fue colonia francesa en el pasado. Pero eso sí, dijo que antes del envío debían fomentarse reformas políticas.

Durante una conferencia de prensa, el mandatario francés habló de la necesidad de un nuevo orden político en Líbano.

«La rabia que he visto en Beirut es una muestra de esperanza para el futuro», afirmó.

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