26 de julio de 2024

Murió el ex-Presidente argentino Carlos Menem

El expresidente Carlos Saúl Menem murió este domingo a los 90 años tras haber estado varios días internado por una «infección urinaria» que se complicó y obligó a su internación debido a problemas cardiológicos «de base». La noticia fue confirmada a Clarín por el entorno del propio Menem, desde donde señalaron que la salud del mandatario tuvo complicaciones en las últimas horas que derivaron en su fallecimiento del hombre que gobernó Argentina durante la década del 90′, informó el diario argentino El Clarín.

Síganme, no los voy a defraudar”, prometió Carlos Menem en su primera campaña electoral que le llevó en mayo de 1989 a la presidencia de Argentina. Fue, tal vez, su frase más célebre, pero a la que sólo el tiempo colocará en su verdadera dimensión. En un país convulsionado –hiperinflación, saqueos, incertidumbre- como el de aquel momento, nadie imaginaba adónde nos llevaría Menem.

La tapa de Clarín el día que menem fue electo presidente.

Seis años más tarde, consiguió su reelección, tras ejecutar un programa social y económico opuesto del que había prometido. Pero, a la vez favorecido por conseguir un marco de cierta estabilidad, la que le había dado la Ley de Convertibilidad ejecutada por Cavallo. Fue el mismo sistema que, una vez agotado, lo llevaría a su declive –en cuanto a su proyección personal y al del país entero- con el estallido del 2001. Ya sería otra historia, consigna El Clarín en su informe.

Olivos, 1989. El entonces presidente Alfonsín (izquierda) y Menem, en la quinta de Olivos durante la etapa de transición, en 1989. / Archivo

Nadie ignoraba el carisma y la popularidad de Menem cuando lanzó su candidatura presidencial a fines de los 80, tras ejercer como gobernador de La Rioja en dos períodos (1973-1976, y luego desde 1983 con la restauración democrática). Aún así, parecía sorprendente que con su “look” extraño y con propuestas contradictorias, pudiera vencer al aparato peronista que se encolumnaba detrás de un candidato más tradicional y formal como era Antonio Cafiero quien, además, venía ejerciendo sin tantos sobresaltos la gobernación en Buenos Aires.

Pero ─tal como diría su propia publicidad televisiva muchos años más tarde─ “Menem lo hizo”. En julio de 1988 venció a Cafiero y consiguió la candidatura por el peronismo. Y por el deterioro económico que sufría el gobierno de Raúl Alfonsín, el camino hacia el triunfo presidencial estaba abierto. Llevando a Eduardo Duhalde como compañero de fórmula, derrotó al radicalismo que postulaba a Eduardo Angeloz y se consagró presidente en medio de un país convulsionado. No cedieron la violencia, ni los saqueos ni la hiperinflación.

La tapa de Clarín el día que menem fue electo presidente.

Olivos, 1989. El entonces presidente Alfonsín (izquierda) y Menem, en la quinta de Olivos durante la etapa de transición, en 1989. / Archivo

El presidente Alfonsín tuvo que adelantar casi cinco meses la entrega del mando ─se realizó el 8 de julio de 1989─ y enseguida Menem provocó primera sorpresa: convocó para el área económica al más poderoso grupo de entonces (Bunge y Born) y al referente político del ultraliberalismo, Alvaro Alsogaray.

No le funcionó en principio, hasta que dos años más tarde Cavallo tomaría las riendas de Economía y marcaría el rumbo de lo que significó, en gran medida, el “menemismo”: privatizaciones, modificación total (y varias veces mejoría) en los servicios públicos. Y buenos negocios para las empresas. “Mi Gobierno fue el más exitoso de toda la historia”, fue una de sus frases preferidas.

“El plan económico fue mío. Yo le dije a Néstor Rapanelli que lo ejecutara, pero no se animó. Por eso vino el recambio por Erman González, quien puso en marcha ese proceso de transformación en el ámbito económico. La reforma del Estado, la privatización de las empresas públicas, la ley de emergencia, la consolidación de la deuda interna. Son tareas que luego comenzó a cumplir Cavallo, pero los fundamentos ya estaban dados”, sostuvo.

Muchos venían advirtiendo que aquella estructura no era tan sólida ─por ejemplo, durante el cimbronazo por el tequila del 96/97 que elevó la desocupación a más allá del 15%─ y que terminaría estallando, como finalmente sucedió, aunque bajo otro gobierno.

Menem se marchó cuando ya su esquema económico se había agotando, afrontaba la oposición de amplias capas (sindicales, jubilados, pymes). Y, sobre todo, cuando crecía la conciencia por los escándalos de corrupción, que abarcaron a funcionarios de distintas líneas.

“Nosotros destruimos en gran medida la corrupción industrial con las privatizaciones”, replicó Menem, quien no obstante debió afrontar hasta el final distintas causas judiciales.

*Con información del diario El Clarín

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