20 de marzo de 2025

Virus y epidemias: la sombra al final del túnel

Virólogos advierten que hay cientos de tipos de virus aún silenciosos o desconocidos que aguardan para hacer su aparición en el escenario globalizado del entorno terráqueo.

Por Carlos A. Sourdis Pinedo, Especial para Hora en Punto

No está nada claro que la humanidad y todas las especies a las que hemos venido a vandalizar, torturar y extinguir (con las cuales fingimos compartir este planeta mientras en realidad lo destruimos suicidamente) hayamos finalmente alcanzado el final del túnel, a pesar de que ciertas voces insistan en que, al menos, “ya se ve la luz” al final.

¿La luz? ¿Al final?

Sí, eso dicen. La fabricación de varios tipos de vacunas que podrían ser efectivas contra el covid 19 hace que ya buena parte de la población mundial levante no sólo los brazos en gesto victorioso sino también las barreras de protección impuestas para detener el contagio, e incluso se pasen por el arco del triunfo las medidas de higiene más elementales: lavarse las manos frecuentemente, evitar el contacto social estrecho y las conglomeraciones, y usar mascarillas de bioseguridad.

La sensación de ser un aguafiestas no es agradable, pero mientras la gente celebra guiada en parte por su ingenuidad, pero en muchos casos también por su estupidez, lo cierto es que ya son reiteradas las advertencias científicas en el sentido de que la aplicación masiva de estas vacunas, por muy efectivas que puedan resultar (y eso lo sabremos en unos cuantos años o décadas), no significa que el covid 19 vaya a ser erradicado de la faz del planeta.

El virus seguirá agazapado y estará acompañándonos, probablemente durante el resto de nuestras vidas, gracias a su habilidad para mutar y hacerle la pistola mediante esta mutación a todas las defensas biológicas descubiertas por la ciencia.

Pero lo peor es que esto no es lo peor.

Tal como las Leyes de Murphy lo dictan con certero pesimismo: “toda situación, por mala que sea, es susceptible de empeorar”. 

En este caso, hablamos de advertencias hechas por virólogos expertos en el sentido de que hay toda una fila en la que decenas o cientos de tipos de virus aún silenciosos o desconocidos aguardan para hacer su aparición en el escenario globalizado del entorno terráqueo.

Varios de estos virólogos ven factiblemente abierta la posibilidad de que nos topemos con uno que reúna dos características definitivamente terribles una vez combinadas: la facilidad de propagarse demostrada por el covid 19, por un lado, y el alto índice de mortalidad y horrorosos síntomas característicos del ébola, por el otro.

Esto sería mucho peor que dotar de alas a los escorpiones o darle la posibilidad de volar a los tigres. O al VIH de que se propague por estornudos.

Uno de ellos, el Dr. Jean-Jacques Muyembe, parte del equipo de científicos que identificó la cepa del temible ébola en los años ’70 del siglo pasado, considera más bien escasas las posibilidades de que NO se produzca esta inquietante combinación en un futuro no muy lejano.

Y el cumplimiento de esta oscura predicción científica se ve acelerado por la exponencial destrucción del medio ambiente: el derretimiento del permafrost debido al calentamiento del Ártico no sólo ha permitido que emerjan cuerpos fosilizados de leones, lobos, mastodontes, mamuts e incluso rinocerontes asombrosamente conservados desde la última glaciación, sino que, muy posiblemente, también resurjan del subsuelo agresivos ejemplares de vida microscópica contra los que la humanidad no posee defensas inmunológicas algunas.

O, acelerada, también, por la destrucción de las selvas, varios kilómetros cuadrados de las cuales han sido taladas o incineradas nada más en el Amazonas durante el tiempo que me tomó escribir este corto texto aguafiestas. 

Y, tal como lo sabe cualquier persona con un mínimo acceso a la información disponible, los cada vez menos profundos ambientes selváticos guardan en su seno todo un arsenal de especímenes virales o bacterias de efectos potencialmente catastróficos para el homo sapiens y para los castigados seres con quienes cohabitamos el maravilloso pero frágil, y enorme pero efímero y minúsculo tercer planeta a partir de la enana estrella blanca que llamamos Sol.

Lo olvidaba: sinceramente, deseo un 2021 de maravilla a todos los lectores.

Y, por último, ¿fue Confucio quien aseguró que se aprende más de una bofetada que de una siesta?

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