19 de marzo de 2024

Hommer Etminani: el cineasta que espera que “Victoria” se vuelva “Inmortal”

Por ANUAR SAAD

Hommer Etminaní es un iraní de nacimiento criado y formado en España que desde hace diez años vive y goza en el caribe colombiano. Es el árabe-hispano más barranquillero que conozco, aunque tal vez sea el único. Es un migrante agradecido, que trabaja para mejorar su arte y mostrar que, al fin y al cabo, somos seres universales.

“Como diría Liberty Balance –dice–, soy del lugar donde cuelgo mi sombrero”. Y en efecto, hace tiempo que Homer Etminani ha superado los límites impuestos por las fronteras, tal como lo declaró en una entrevista luego de la producción de Inmortal,  una de sus películas y que hoy, anuncia orgulloso a los cuatro vientos su nuevo filme con nombre de mujer con que espera conquistar el corazón de todos: Victoria.

Su cara dice a leguas que es árabe pero cuando habla, sabemos que viene de España. Pero si la conversación va para largo, le salen con esa gracia que solo otorga la multiculturalidad, todos los dichos de nuestra costa caribe que siempre remata con una carcajada de esas que hace temblar las ventanas.

Pero más allá de dónde nació, donde vivió y dónde está hoy, lo importante de Hommer son solo cuatro letras: cine. Y es que la vida para este menudo cineasta es, literalmente, una película. Es un ávido observador, de esos, que logra captar la esencia de algo que a cualquiera le podría parecer rutinario. Él es esa clase de artista sensible que comparte con amigos y de repente se lo queda viendo y dice en ese tono entre español y costeño “…coño, a este hay que hacerle una película”. Y uno, no sabe si está o no hablando en serio porque él ha demostrado que la realidad, cualquiera que ella sea, puede ser perfectamente inmortalizada en una cámara de cine.

Además del cine, la otra faceta de su vida es la de docente. Trabajó durante años como profesor de Cine en la Universidad Autónoma del Caribe donde todavía sus exalumnos lo recuerdan con respeto y aprecio. Durante seis años estuvo dirigiendo el Programa de Artes Plásticas en Bellas Artes, dando organización, visibilidad y actividad al Programa.  Hoy con orgullo dice que es el programa más deseado de los que se ofrecen, donde sigue vinculado como docente. Es el mismo comprometido con la enseñanza a las nuevas generaciones que estará este 28 de octubre como invitado en la Semana Internacional de las Comunicaciones de la Universidad Autónoma del Caribe para llevar su conocimiento a centenares de estudiantes que quieren seguir sus pasos.

Y este barranquillero de corazón empezó pisando fuerte. En 2016 su filme Inmortal, ganó como Mejor Película Latinoamericana en el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires y en su cuenta de Facebook escribió la buena nueva: “¡Chicos, ganamos!! Mejor Película Latinoamericana 2016 en el BAFICI. Gracias a todos por vuestro apoyo, gracias Cosme por tu generosidad; eres Inmortal y permanecerás eternamente en nuestros corazones”. Y es en ese mismo  Festival Internacional de Cine de Buenos Aires, donde hoy, otra vez, es finalista.

Esta vez la película es Victoria, una mirada al posconflicto desde los ojos de una mujer. Es la propuesta con que Etminani vuelve a sorprendernos, y sobre la que, fiel a su costumbre, suele hablar poco antes de su estreno oficial.

Cuando le pregunto sobre cómo es Victoria, él me dice –con esos ojos vivos que parecen mirarlo todo en medio de su gesticulación grandilocuente y exagerada que hace que nos quedemos hipnotizados— que es muy difícil hablar de una película que todavía no se ha estrenado (que será estrenada precisamente en el festival Internacional de Cine de Buenos Aires (27-31 octubre 2020) y de la que no ha tenido reacciones de los espectadores ni de la crítica.

–Pero hay cosas que son importantes y el cineasta lo sabe, cómo por ejemplo, el posconflicto y el proceso de paz —agrega Hommer y complementa: “… Si Inmortal se hizo en plenas firmas del acuerdo de paz en La Habana, Victoria trata una nueva etapa que implica, entre otras cosas, los ETCR (Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación) y todo se da gracias a que una de mis estudiantes trabaja allí y eso me permitió observar de cerca esa realidad y poder así conocer su vida cotidiana. Me pareció sin duda muy importante tener un registro de esa realidad en este momento o periodo histórico porque estoy convencido que es una obligación moral de los artistas relatar, acompañar e invitar a la reflexión sobre la realidad histórica de este país en el que vivimos”.

Victoria, la película que ahora es el mayor tesoro de este cineasta que ya se considera un barranquillero más, no da respuestas sino que, como cualquier obra de arte, plantea dudas e invita a la reflexión. Pero siempre apuntando a la paz como la única solución posible.

Cuando le pregunto sobre qué piensa sobre el futuro del cine, él suele responder citando a Francis Ford Coppola, quien asegura que el cine es una expresión artística y como tal, guarda la esperanza de que cualquier persona con una cámara de ocho milímetros pueda ser capaz de realizar una pequeña obra de arte: hay que desmitificar el manido “profesionalismo” y abrir, como cualquier arte, la realización del cine a todos los que tengan la sensibilidad para hacerlo.

Entonces le pregunto por las anécdotas. Por esas situaciones que pasan por que tienen que pasar y que en el cine siempre están presentes.

-¡Joder!- exclama mientras vuelve a disparar esa carcajada contagiosa para luego empezar a contar:

– Imagínate – me dice – que inesperadamente, la protagonista quedó embarazada durante la película. Eso puso todo patas arriba. Se tuvo que modificar el guión para ajustarlo a la nueva realidad que ella ahora tenía. Y por eso la grabación fue bastante larga, más de un año.

Hommer hace una pausa dramática, la misma que abundan en sus filmes, para seguir diciendo: –A cambio, la protagonista accedió a cambiar el nombre de su hija y ponerle Victoria, a petición del director.

También recuerda como anécdota imborrable el trato que tuvo con excombatientes a los que él cataloga como “exquisito” y se refiere a ellos como “gente trabajadora, inteligente, bien formados y con un amor profundo por Colombia”.

-Y es ahí cuando uno se da cuenta que quienes manejan el destino de la humanidad son unos pocos y los que se matan, son la gente de a pie. Igual que en España durante esa cruenta  guerra civil, donde había familiares en una trinchera u otra- sentenció.

Ahora, lo acompaña esa satisfacción del deber cumplido. De ese padre que muestra orgulloso su segunda gran obra con la esperanza, por qué no, de que corra la misma suerte que la otra. Al fin y al cabo, Victoria también puede volverse Inmortal.

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